Archivo de la etiqueta: virgen

Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel

La Virgen María es imagen de todo cristiano. Ella nos enseña el camino que conduce a su hijo Jesucristo. No muestra la senda que nos lleva a la vida eterna.

Dicho camino no es fácil. Es por eso que Jesús nos dice que entremos por la puerta estrecha. Y más en este mundo donde los valores han cambiado tanto. Parece que llegará el momento es que pensar y actuar como cristiano será motivo de condenación.

¡Ánimo! La Virgen María sufrió las consecuencias de decirle sí a Dios. Sin embargo, si obediencia santa nos ha hecho experimentar la resurrección. Vivamos como la Virgen Maria, siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios en todo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Dios con nosotros

La generación de Jesús es el resultado de una trayectoria de santidad. Nuestro Dios ha querido hacer nacer de la santísima Virgen María al salvador del mundo entero. Ella, digna representante de su pueblo, fue humilde y solicita a la hora de acoger el anuncio del arcángel Gabriel.

Es bueno y oportuno celebrar el nacimiento de nuestra madre. Ella ha sido la puerta por la cual a entrado a nuestras vidas el mesías. Ha sido ejemplo de docilidad a la hora de cumplir la palabra de Dios. Gracias a que ella existió hemos podido celebrar, junto con ella, las maravillas de Dios.

Seamos con el Enmanuel que significa Dios con nosotros. Imitemos a Jesús que en todo obedeció a su madre y la amó tanto que nos la entregó desde la cruz para que la acogiéramos en la casa de nuestros corazones. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,1-16.18-23): Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que traducido significa: “Dios con nosotros”.

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

Nada es imposible para Dios. Si nos apoyamos en nuestras fuerzas no podremos hacer nada. Somos muy frágiles y pecadores. Necesitamos en todo de la ayuda divina. ¿Quién podrá salvarnos?

Nuestro Dios ha hecho nacer a su hijo de una Virgen. María es imagen de todo cristiano porque ha dicho que sí a la palabra de Dios. Ha puesto en práctica lo dicho por el Ángel y eso ha redundado en gracias abundastes para ella y toda la humanidad.

En este tiempo de adviento esperemos, como la Virgen María, que en nosotros nazca Jesús. Preparemos nuestro corazón para recibir al rey de reyes, Cristo, que viene a salvarnos de todos nuestros pecados. ¡Tranquilos! Para Dios nada es imposible.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo

¡Oh admirable espectáculo! Una Virgen concibe al salvador del mundo entero. Lo que en ella crece es fruto del Espíritu Santo gracias a su obediencia y aceptación. ¿Seguimos ese ejemplo?

A la virgen María le tocó dar a luz al hijo de Dios. A nosotros nos toca ser hijos de Dios en medio de esta generación. La Virgen acepta lo que viene incluido al decir que si al Ángel, nosotros estamos llamados a aceptar el sufrimiento que Dios permite para nuestra santificación. Ella, la virgen María, sabe que lo que se realizará en ella es fruto del Espíritu Santo, nosotros debemos seguir su ejemplo y reconocer que no es por nuestras fuerzas, que la gracia de Dios será la que realizará en nosotros el proyecto de salvación.

Seamos como nuestra madre la Virgen Maria. Vivamos en la presencia de Dios, haciendo siempre su voluntad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,18-24): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”

Dios está siempre con nosotros. Nos ama tanto que ha enviado a su único hijo Jesucristo, hace dos mil años, para que manifestara su amor a todos. Hoy nuevamente se hace presente a través de su palabra, sacramentos, predicación y oración. Nuestro Dios es cercano y ha decidido habitar en nuestros corazones.

El mundo no entiende este lenguaje. Nos aleja de los misterios divinos. Es incrédulo ante los milagros de Dios. Es por eso que debemos alejarnos del mundo. Abrir nuestro corazón al amor de Dios que es capaz de hacer lo imposible: que una mujer Virgen de a luz a un hijo sin perder su virginidad.

Así Dios, que todo lo puede, pueden hacer de nosotros hijos suyos a pesar de nuestras grandes debilidades. No te mires a ti mismo. Contempla sin distraerte el gran amor que tiene te tiene. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,18-24): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados

La virgen María intercede por nosotros ante Dios Padre. El mismo Jesús nos dijo desde la cruz que ella era nuestra madre también. Podemos disfrutar de la bendición de saber que la madre de nuestro Salvador nos ama igual que a su hijo.

En el día de hoy y en el contexto del adviento podemos sentirnos contentos de tener la protección amorosa de la Virgen María. Ella nos enseña el camino que conduce a la vida. Nos invita a querer y obedecer a su hijo Jesucristo.

Pidamos a Dios una gracia especial por intercesión de la virgen. ¿Quién puede negarle algo a su madre? ¡Ánimo! Demos gracias a Dios porque tenemos una ayuda adecuada para aliviar nuestras cargas y penas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno

La naturaleza de Dios se ha manifestado de manera admirable en la tierra. No solo a través de la creación, sino también a través de la encarnación de su hijo. Esta maravillosa y única realidad de la historia de la creación, se realizó mediante una frágil mujer, la Virgen María.

Ella, María madre de Dios, es imagen de todos los cristianos que debemos albergar en nuestros corazones a Jesús y así ser liberados de la corrupción del pecado.

Ciertamente no somos inmaculados como María, pero ella en su pureza nos purifica de las manchas del pecado. Tenemos en la Virgen María la gracia de hacer realidad las maravillas de Dios que nos ama y salva de todos nuestros pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

¿Con qué autoridad haces esto?

En todo el continente americano, se celebra hoy el día de la Virgen de Guadalupe. Ciertamente es una advocación de la virgen en México, pero es un patrimonio universal. María, madre de Cristo, es también madre nuestra.

Dios actuó y actúa mediante personas concretas. Por ejemplo, Juan El Bautista, voz que clamaba en el desierto y preparaba el camino del Señor, fue extraordinario instrumento en manos de Dios.

María, madre de Jesús, nuestro Señor, es la imagen perfecta de todo cristiano y por tanto un modelo a seguir ideal. Miremos hoy a Maria y pidamos que nos bendiga con la gracia de hacer siempre la voluntad de su Hijo, salvador del mundo entero.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,23-27): En aquel tiempo, Jesús entró en el templo. Mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?». Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?». Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Y si decimos: ‘De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta». Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos». Y Él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

Hoy se celebra el día de la Inmaculada Concepción de María. Se nos presenta como un modelo a seguir te todo cristiano. Y esto, ¿por qué?

La Virgen María acogió, con todo lo que implicaba, el anuncio del ángel. Ella reconoce inmediatamente que es una humilde esclava del Señor. Ella reconoce que lo que va a nacer no viene de sus fuerzas o talentos. Sabe muy bien que su si es para que el proyecto de Dios se realice en ella.

Hoy el Señor nos invita a mirar a María. Veamos en ella un modelo a seguir para todo cristiano. Hagamos como ella, estemos siempre dispuestos a hacer la voluntad del Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Queden al descubierto las intenciones de muchos corazones

Pocas cosas hacen que pueda verse lo que hay en el corazón y la mente de las personas. La mayoría de los seres humanos ocultan sus verdaderas intenciones o pensamientos. Sin embargo, hay algo que si ayuda a la humildad y sinceridad del corazón: el sufrimiento.

Dios permite la cruz o el sufrimiento en nuestra vida para que se vea si verdaderamente solo hijos de Dios o estamos en una actitud indiferente o “religiosa devocional” con Dios. El sufrimiento nos purifica en corazón y nos hace ver que no somos “dioses” de nuestra vida.

María es ejemplo e imagen del cristianismo. Ella le dice sí al Señor y a la historia que Él permite en su vida. Acepta ser madre del salvador del mundo sabiendo lo que eso implica. Y así salva al mundo entero.

Esos acontecimientos dolorosos en tu vida son para que puedas descubrir a Dios y amar al Señor con todo el corazón, el alma y la mente. Ese es el camino de la vida eterna.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».