Pocas cosas hacen que pueda verse lo que hay en el corazón y la mente de las personas. La mayoría de los seres humanos ocultan sus verdaderas intenciones o pensamientos. Sin embargo, hay algo que si ayuda a la humildad y sinceridad del corazón: el sufrimiento.
Dios permite la cruz o el sufrimiento en nuestra vida para que se vea si verdaderamente solo hijos de Dios o estamos en una actitud indiferente o “religiosa devocional” con Dios. El sufrimiento nos purifica en corazón y nos hace ver que no somos “dioses” de nuestra vida.
María es ejemplo e imagen del cristianismo. Ella le dice sí al Señor y a la historia que Él permite en su vida. Acepta ser madre del salvador del mundo sabiendo lo que eso implica. Y así salva al mundo entero.
Esos acontecimientos dolorosos en tu vida son para que puedas descubrir a Dios y amar al Señor con todo el corazón, el alma y la mente. Ese es el camino de la vida eterna.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».