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La cabeza de Juan el Bautista

Juan El Bautista fue el precursor del Señor, preparando su camino mediante el bautismo de agua que conferían a muchos y el correspondiente llamado a conversión. También lo hacía dando ejemplo con sus actos.

¿Quién de nosotros es capaz de arriesgar hasta la misma vida por amor a Cristo? ¿Quien ama a Dios por encima de todos los bienes de este mundo? ¿Quién es capaz de amar a Dios por encima del dinero, la fama y el éxito en este mundo?

Sigamos las huellas luminosas de Juan El Bautista. Imitemos su forma de hablar y actuar. Hagamos de este santo varón un modelo de Vida diario para todos nosotros. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Sabiendo que era hombre justo y santo

Juan El Bautista fue un profeta de Dios. Fue el encargado de preparar los corazones de los hombres y mujeres de su tiempo para recibir al Señor como Mesías. Su modo de vida era la encarnación de su mensaje. Como nazir o consagrado de Dios predicaba la conversión y bautizó en agua a miles, incluyendo al Señor en el río Jordan. ¿Como se relaciona este noble hombre con nosotros?

Muchos de nosotros vivimos la vida en tibieza. Esto quiere decir que no somos radicales en el cumplimiento del evangelio. Es por eso que nadie nos persigue no nos acusa. Somos mundanos. Nos ocupamos de las cosas de Dios cuando no tenemos nada “más importante” que hacer. Es decir, no somos cristianos de Fe adulta.

Juan El Bautista es uno capaz de dar la vida por su Fe. ¿Qué piensas? ¿Acaso esto es solo para los pocos “locos” que se hacen radicales por el amor a Dios? Mis queridos hermanos, esta llamada es para todos los cristianos. Todos estamos llamados a la santidad. Tenemos una vocación al martirio de sangre si fuera necesario. ¿Tú estarías dispuesto? Ciertamente no somos capaces, pero en Dios todo es posible. Esa es la radicalidad que provoca en nosotros la perfecta alegría. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Era hombre justo y santo

La historia de la humanidad está llena de hombres y mujeres que han dado hasta su vida por su coherencia entre Fe y vida. El mundo hoy necesita de seres humanos así. En una situación mundial donde todo es relativo se hace cada vez más  necesario el testimonio valiente frente a los peligros que enfrentan las buenas costumbres.

Juan El Bautista fue un hombre elegido por Dios. Un verdadero profeta que dio testimonio valiente de su Fe, iluminando con sus obras todas las realidades, incluyendo las políticas. Se tiene que ser muy valiente para para decirle al hombre más poderoso de su tiempo que está equivocado. Eso solo lo da la fuerza de la Fe. ¿Tú harías los mismo?

¡Ànimo! Que apoyados en la fuerza de Dios es que podemos hacer semejantes hazañas. Dios contigo, ¿quién contra ti?

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 
Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Él que persevere hasta el fin, ése se salvará

Estamos en tiempo de alegría y paz. La Navidad nos invita a la fiesta y en nuestra mentalidad estar en fiesta es sinónimo de ausencia de problema y sufrimientos. En este sentido alguno se preguntará, ¿por qué la Iglesia pone hoy la fiesta de un mártir? ¿Por qué celebrar hoy nada mas y nada menos que la celebración del día del protomártir San Esteban?

Tener a Jesús en nuestro corazones; es decir, ser otro Cristo aquí en la tierra es estar dispuesto ha actuar, vivir y replicar las obras de Jesús. El simple hecho de ser cristiano debe producir el mismo efecto que produjo Jesús cuando caminó por este mundo: contradicción. Si, ya sé que suena extraño pero es así. Jesús denunciaba con sus actos y palabras lo mal hecho y eso nunca gusta.

Estás en la Iglesia y cuando le haces ver a un hermano o hermana sus errores… ¡Ay Dios!… No lo acepta. Las personas no se dejan corregir. No les gusta ver las obras de los demás la denuncia de lo mal que lo están haciendo y eso provoca que nos persigan, que hablen mal de ti y que no te acepten.

Alguna pensará que esta persecución solo viene de “afuera”, de aquellos que no son cristianos. ¡Para nada! Muchas veces viene de “adentro”, del interior de tu comunidad donde siempre hay cizaña que no quiere convertirse.

Ser cristiano es ser mártir y en el día de hoy eso significa estar dispuesto a morir por aquellos que te tiran piedras y que atentan contra tu vida. Morir amando es el mayor signo de amor a Dios y al prójimo.

¡No te preocupes! Que los que hacen eso tendrán la vida eterna asegurada y la asistencia de lo alto para saber actuar como conviene.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,17-22): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».

Era hombre justo y santo

En el mundo hay historias tristes o trágicas. Hemos conocido relatos de tragedias y de hecho, algunas son protagonizadas por nosotros mismos. Estamos constantemente expuestos al desaliento, la frustración y la muerte.

En las escrituras hay un hombre que parece acabar su vida de forma trágica. Este hombre en Juan El Bautista. Hombre justo y bueno que fue decapitado por requerimiento de una joven hija de una señora esposa del rey Herodes, por causa de su denuncia, de su lucha, de su voz profética. ¿Vale la pena morir así?

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de morir por nuestros principios y creencias? ¿Quién padecería cárcel por el sólo hecho de ejercer su carisma profético y denunciar lo que no es “bueno”?

Dios nos invita a no mirar el martirio como una tragedia. Nos llama a ser testigo en el mundo de la verdad. Denunciar, sobretodo con nuestras obras, las cosas que deben ser corregidas, las que no están mal.

¡Juan El Bautista fue un valiente! Un hombre que muere por sus valores y principios. Uno que entrega la vida, dando testimonio de Dios. ¡Seamos como Él! No tengas miedo.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.