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Él que persevere hasta el fin, ése se salvará

Estamos en tiempo de alegría y paz. La Navidad nos invita a la fiesta y en nuestra mentalidad estar en fiesta es sinónimo de ausencia de problema y sufrimientos. En este sentido alguno se preguntará, ¿por qué la Iglesia pone hoy la fiesta de un mártir? ¿Por qué celebrar hoy nada mas y nada menos que la celebración del día del protomártir San Esteban?

Tener a Jesús en nuestro corazones; es decir, ser otro Cristo aquí en la tierra es estar dispuesto ha actuar, vivir y replicar las obras de Jesús. El simple hecho de ser cristiano debe producir el mismo efecto que produjo Jesús cuando caminó por este mundo: contradicción. Si, ya sé que suena extraño pero es así. Jesús denunciaba con sus actos y palabras lo mal hecho y eso nunca gusta.

Estás en la Iglesia y cuando le haces ver a un hermano o hermana sus errores… ¡Ay Dios!… No lo acepta. Las personas no se dejan corregir. No les gusta ver las obras de los demás la denuncia de lo mal que lo están haciendo y eso provoca que nos persigan, que hablen mal de ti y que no te acepten.

Alguna pensará que esta persecución solo viene de “afuera”, de aquellos que no son cristianos. ¡Para nada! Muchas veces viene de “adentro”, del interior de tu comunidad donde siempre hay cizaña que no quiere convertirse.

Ser cristiano es ser mártir y en el día de hoy eso significa estar dispuesto a morir por aquellos que te tiran piedras y que atentan contra tu vida. Morir amando es el mayor signo de amor a Dios y al prójimo.

¡No te preocupes! Que los que hacen eso tendrán la vida eterna asegurada y la asistencia de lo alto para saber actuar como conviene.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,17-22): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».