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Sabiendo que era hombre justo y santo

Los justos son capaces de mantenerse firmes inclusive cuando debe arriesgar sus vidas. La fe les lleva a dar testimonio valiente en cualquier circunstancia. El justo sabe que la vida le viene de amar a Dios con todo el corazón, con toda el almas y la fuerza. Eso supone arriesgarlo todo con tal de ganar a Cristo.

Hoy también debemos ser mártires y dar testimonio valiente. Los cristianos somos atacados y ridiculizados constantemente. Ahora resulta que somos la encarnación del fundamentalísimo e intolerancia. ¡Qué barbaridad!

¡Ánimo! No desfallezcamos. Seamos con Juan el Bautista. Seamos mártires del siglo XXI. Ganemos así la vida eterna. ¡Firmes!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

La cabeza de Juan el Bautista

Juan El Bautista fue el precursor del Señor, preparando su camino mediante el bautismo de agua que conferían a muchos y el correspondiente llamado a conversión. También lo hacía dando ejemplo con sus actos.

¿Quién de nosotros es capaz de arriesgar hasta la misma vida por amor a Cristo? ¿Quien ama a Dios por encima de todos los bienes de este mundo? ¿Quién es capaz de amar a Dios por encima del dinero, la fama y el éxito en este mundo?

Sigamos las huellas luminosas de Juan El Bautista. Imitemos su forma de hablar y actuar. Hagamos de este santo varón un modelo de Vida diario para todos nosotros. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Sabiendo que era hombre justo y santo

Juan El Bautista fue un profeta de Dios. Fue el encargado de preparar los corazones de los hombres y mujeres de su tiempo para recibir al Señor como Mesías. Su modo de vida era la encarnación de su mensaje. Como nazir o consagrado de Dios predicaba la conversión y bautizó en agua a miles, incluyendo al Señor en el río Jordan. ¿Como se relaciona este noble hombre con nosotros?

Muchos de nosotros vivimos la vida en tibieza. Esto quiere decir que no somos radicales en el cumplimiento del evangelio. Es por eso que nadie nos persigue no nos acusa. Somos mundanos. Nos ocupamos de las cosas de Dios cuando no tenemos nada “más importante” que hacer. Es decir, no somos cristianos de Fe adulta.

Juan El Bautista es uno capaz de dar la vida por su Fe. ¿Qué piensas? ¿Acaso esto es solo para los pocos “locos” que se hacen radicales por el amor a Dios? Mis queridos hermanos, esta llamada es para todos los cristianos. Todos estamos llamados a la santidad. Tenemos una vocación al martirio de sangre si fuera necesario. ¿Tú estarías dispuesto? Ciertamente no somos capaces, pero en Dios todo es posible. Esa es la radicalidad que provoca en nosotros la perfecta alegría. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.