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Éste acoge a los pecadores y come con ellos

¡Podemos alegrarnos! Resulta que el hijo de Dios, nuestro Señor, siendo lo más puro e inmaculado, ama al pescador. Si, mis queridos hermanos, te ama a ti y me ama a mí también.

Jesús no sólo anunciaba el reino de Dios a todos y todas. Él con sus acciones y hechos demostraba su inmenso amor al pecador, al que sufre, al cansado y agobiado.

Hoy es día para celebrar porque Dios nos recuerda lo mucho que nos ama. Tenemos un Dios que ama al alejado, al débil, al rechazado y al que no puede más con su vida. En Él podemos encontrar consuelo y amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». 
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?

Todos los padres que lean el evangelio de hoy saben muy bien que los niños no son tan angelitos como parecen. Las tías, tíos, abuelos y hasta los hermanitos mayores saben que un niño es travieso y que muchas veces se porta mal. Entonces, ¿cuál es la cualidad de un niño a la que Jesús hace referencia?

Los niños, más que cualquier cosa, confían absolutamente en sus padres. Ellos gritan, lloran, son crueles con sus amiguitos y hasta hacen rabietas, pero si hay algo que verdaderamente los caracteriza es que para ellos su padre y madre son todo. Un niño o niña sabe muy bien que si está en los brazos de su padre nada malo le pasará. Jesús toma ese rasgo de un padre y lo refiere al padre de los padres. ¡A Dios mismo!

Seamos sinceros. ¡Nadie abandona 99 ovejas para salir a buscar una sola! Es como decir que dejamos 99,000 pesos para ir a cobrar 1,000. Jesús propone esta palabra porque hace referencia a la confianza desmedida que un hijo pone en su padre. Para un niño, su padre lo sabe todo y lo puede todo. Un padre, a los ojos de su hijo pequeño, es capaz de darle la vuelta al mundo entero con tal de complacerlo. Es lo más parecido a un súper héroe. Es lo más cercano a Dios.

El Señor hoy nos propone que tengamos esa confianza en Él. Que pongamos nuestra seguridad en su amor. Dios, nuestro padre, provee y nos cuida. ¿Tienes alguna dificultad? Espera en el Señor, Él te cuidará y rescatará como un “súper padre” salva a su niño pequeño.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 18,1-5.10.12-14): En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».