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El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor

Jesús hablaba de muchas cosas. Siempre enseñaba a sus discípulos de diversas maneras el camino que lleva a la verdadera felicidad. Entre sus enseñanzas habló de los pequeños. ¿A qué se refirió Jesús cuando dijo que había que ser comop pequeños como los niños?

Ciertamente, todos los seres humanos aspiramos a más. El mundo nos dice que debemos tener éxito material y prestigio para triunfar en la vida. Es por eso que todos aspiramos con ambición a puestos en la vida. Tener un lugar de importancia donde quiera que nos movamos.

En el caso de cristianismo se da algo similiar pero de forma santa. Es decir,
Jesús dice a los discípulos que todo aquel que quiera ser mayor, importante o primero debe ser el servidor de todos.
El lugar del cristiano no es el primer lugar donde todos quieren estar. La felicidad está en el servicio, el lugar que ocupan los últimos del mundo. Esa es la perfecta felicidad que es fruto del desprendimiento total y la única aspiración de amar a todos y todas de manera incondicional.

Ocupemos en este mundo el lugar que ocupo Cristo. Desde la cruz Jesús reina sobre todas las cosas y salva a la humanidad entera.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».

Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?

Todos los padres que lean el evangelio de hoy saben muy bien que los niños no son tan angelitos como parecen. Las tías, tíos, abuelos y hasta los hermanitos mayores saben que un niño es travieso y que muchas veces se porta mal. Entonces, ¿cuál es la cualidad de un niño a la que Jesús hace referencia?

Los niños, más que cualquier cosa, confían absolutamente en sus padres. Ellos gritan, lloran, son crueles con sus amiguitos y hasta hacen rabietas, pero si hay algo que verdaderamente los caracteriza es que para ellos su padre y madre son todo. Un niño o niña sabe muy bien que si está en los brazos de su padre nada malo le pasará. Jesús toma ese rasgo de un padre y lo refiere al padre de los padres. ¡A Dios mismo!

Seamos sinceros. ¡Nadie abandona 99 ovejas para salir a buscar una sola! Es como decir que dejamos 99,000 pesos para ir a cobrar 1,000. Jesús propone esta palabra porque hace referencia a la confianza desmedida que un hijo pone en su padre. Para un niño, su padre lo sabe todo y lo puede todo. Un padre, a los ojos de su hijo pequeño, es capaz de darle la vuelta al mundo entero con tal de complacerlo. Es lo más parecido a un súper héroe. Es lo más cercano a Dios.

El Señor hoy nos propone que tengamos esa confianza en Él. Que pongamos nuestra seguridad en su amor. Dios, nuestro padre, provee y nos cuida. ¿Tienes alguna dificultad? Espera en el Señor, Él te cuidará y rescatará como un “súper padre” salva a su niño pequeño.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 18,1-5.10.12-14): En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».