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El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor

Jesús hablaba de muchas cosas. Siempre enseñaba a sus discípulos de diversas maneras el camino que lleva a la verdadera felicidad. Entre sus enseñanzas habló de los pequeños. ¿A qué se refirió Jesús cuando dijo que había que ser comop pequeños como los niños?

Ciertamente, todos los seres humanos aspiramos a más. El mundo nos dice que debemos tener éxito material y prestigio para triunfar en la vida. Es por eso que todos aspiramos con ambición a puestos en la vida. Tener un lugar de importancia donde quiera que nos movamos.

En el caso de cristianismo se da algo similiar pero de forma santa. Es decir,
Jesús dice a los discípulos que todo aquel que quiera ser mayor, importante o primero debe ser el servidor de todos.
El lugar del cristiano no es el primer lugar donde todos quieren estar. La felicidad está en el servicio, el lugar que ocupan los últimos del mundo. Esa es la perfecta felicidad que es fruto del desprendimiento total y la única aspiración de amar a todos y todas de manera incondicional.

Ocupemos en este mundo el lugar que ocupo Cristo. Desde la cruz Jesús reina sobre todas las cosas y salva a la humanidad entera.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».

Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?

Existe una ley que dice que con el 20 por ciento de esfuerzo podemos lograr un 80 por ciento de los resultados. En otras palabras, que debemos identificar cuáles son las tareas más importantes para lograr los mejores resultados.

Al Señor Jesús le plantearon algo similar, es decir, le preguntaron cuál era el más importante de los mandamientos para que cumpliéndolo era como si se cumplieran todos. La repuesta fue certera y segura: el amor. 

Si se nos da la gracia de Amar a Dios y al prójimo como nos ama el Señor entonces cumplimos todas las leyes, preceptos y normas. El amor es el fundamento del universo. También es el camino de la felicidad plena. Si hoy amas a Dios, todo es una bendición en tu vida, incluyendo los sufrimientos. Y si amas a tu prójimo, ya no hay odio, discordia, pleito o descomunión.

Hermanos, amar es el centro del proyecto que Dios quiere hacer en cada uno de nosotros. Conocer el amor de Dios y reflejarlo en los demás es la perfecta felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 22,34-40): En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».

El mayor entre vosotros será vuestro servidor

Todos los seres humanos quieren ser importantes. Si estas en tu sano juicio jamás rechazarías la oportunidad de ser reconocidos por otros o por la sociedad. Nuestra aspiración es ser importantes para los demás y es por eso que nos esforzamos tanto para tener dinero, fama o poder y así convertirnos en personas destacadas. ¿Cómo se vive en el cristianismo este afán?

Jesús nos enseñó que nadie puede colocarse en el lugar de Dios. El Señor, que conoce muy bien el pecado del ser humano, sabe que en el fondo de nuestro ser hay una inclinación hacia lo que pueda constituirnos “dioses” o dueños absolutos de nuestra vida. El pecado de Eva es precisamente ese. Dice la serpiente “no es que morirás… Es que Dios no quiere que seas como Él”. En definitiva Eva, imagen de todos nosotros, quiere ser “como Dios” para poder hacer lo que le plazca y así ponerse en el centro de todo. 

Los matrimonios se divorcian, los hijos rechazan a sus padres y los seres humanos se pelean porque todos quieren ser “señores” y no servidores, “mayores” y no menores. La raíz del mal y del pecado en el mundo radica en ese deseo desordenado de querer ser  el centro de todo y por tanto aplastar a los demás.

¿Quieres ser mayor? ¿Quieres ser el primero? Se el último y el servidor en tu familia, trabajo, universidad o escuela. En ocupar el último lugar amando a los demás está la perfecta felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.


»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».