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El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos

Es bueno que seamos sinceros. ¡Todos buscamos los primeros lugares! El primer puesto siempre debe ser para ti. Te gusta que los demás te sirvan en la familia, en el trabajo, en el grupo de amigos; en fin, es propio de la naturaleza buscar los primeros puestos. ¿Qué dice Jesús al respecto?

El Señor nos invita a beber del cáliz que el bebió y ser bautizado por su mismo bautizo. ¿Qué significa esto? Que si de verdad queremos seguir el camino de Jesús, la condición más importante para hacerlo es ocupar el último lugar, ser el servidor de todos y amar a todos incluyendo a nuestros enemigos.

Los cristianos son aquellos que sirven y aman hasta el extremo, ¿tú estás dispuesto a hacer los mismo en todo? Pues si tú respuesta es sí, el Señor te lo concederá. ¡Ánimo! Hemos sido llamados para ser sal y luz del mundo, para que viendo como amamos, los hombres y mujeres que nos rodean reconozcan a Dios y descubran que Él les ama.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 20,20-28): En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre». 
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos

Una de las grandes frases de Jesús que contradicen todo comportamiento humano y innumerables ideologías, filosofías y literaturas, es que debemos querer ser los últimos. La verdad es que todos queremos gobernar, mandar, imponernos, que nos tomen en cuenta, ser amados, queridos, admirados y venerados. Es lo normal en TODA la naturaleza humana.

El Señor nos invita por un camino muy distinto al que se nos vende hoy en día. Nos invita a ser los últimos en el sentido de servicio. Nos invita a imitarle. Él, siendo hijo de Dios, se encarnó en era tierra, pasó todas las penurias y calamidades de cualquier ser humano, fue juzgado, condenado y muerto injustamente. ¿Cuál es la enseñanza desde su experiencia? Que quien se humilla y ocupa el último lugar se salva a sí mismo y a los demás. Solo imaginen la discusión en un matrimonio. Si uno de los dos cede y le da la razón al otro en nombre del amor que se profesan, se acaba automáticamente el pleito. Es el mensaje de amor y servicio que nos da Jesús.

¿Quién de los que lee este mensaje está dispuesto a ocupar el último lugar? Espero que se escuche un grito unánime que diga: YO. Dios les ama y en él podemos hacer como Jesús, amar en el servicio a los demás incluyendo a nuestros enemigos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 9,30-37): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará». Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. 
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».

Muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros

Los que pretenden ser primeros, imponiendo su voluntad y ambiciones, serán últimos. Los que desprecien los bienes de este mundo y renuncien a todo impedimento para hacer la voluntad de Dios serán los primeros en el reino de Dios.

Muchas veces vemos las exigencias evangélicas como un desprendimiento sin sentido. Observamos los demás que siguen sus vidas sin importarles Dios y pensamos que la pasan excelente. Ciertamente, muchos triunfan económicamente en este mundo, pero la pregunta es, ¿son verdaderamente felices? ¿La abundancia de bienes les asegura la felicidad?

El camino de Jesús es que renunciando ganamos el ciento por uno. Es decir, renunciamos pero ganamos cien veces más a lo que hemos renunciado. El camino de la felicidad es darle a Dios todo y recibir de Él el céntuplo de lo que hemos dado.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,28-31): En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».

El mayor entre vosotros será vuestro servidor

Todos los seres humanos quieren ser importantes. Si estas en tu sano juicio jamás rechazarías la oportunidad de ser reconocidos por otros o por la sociedad. Nuestra aspiración es ser importantes para los demás y es por eso que nos esforzamos tanto para tener dinero, fama o poder y así convertirnos en personas destacadas. ¿Cómo se vive en el cristianismo este afán?

Jesús nos enseñó que nadie puede colocarse en el lugar de Dios. El Señor, que conoce muy bien el pecado del ser humano, sabe que en el fondo de nuestro ser hay una inclinación hacia lo que pueda constituirnos “dioses” o dueños absolutos de nuestra vida. El pecado de Eva es precisamente ese. Dice la serpiente “no es que morirás… Es que Dios no quiere que seas como Él”. En definitiva Eva, imagen de todos nosotros, quiere ser “como Dios” para poder hacer lo que le plazca y así ponerse en el centro de todo. 

Los matrimonios se divorcian, los hijos rechazan a sus padres y los seres humanos se pelean porque todos quieren ser “señores” y no servidores, “mayores” y no menores. La raíz del mal y del pecado en el mundo radica en ese deseo desordenado de querer ser  el centro de todo y por tanto aplastar a los demás.

¿Quieres ser mayor? ¿Quieres ser el primero? Se el último y el servidor en tu familia, trabajo, universidad o escuela. En ocupar el último lugar amando a los demás está la perfecta felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.


»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».