Archivo por meses: noviembre 2015

¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!

Para ser feliz en la vida hay que querer serlo. Parece curiosa esta afirmación pero no deja de tener sentido. Dios quiere la dicha y la felicidad para todos y todas, más sin embargo, como una cosa curiosa, muchas personas se niegan al tipo de dicha que les ofrece Dios.

La clave está en la importancia que le damos a las cosas de Dios. El Reino de los cielos y ser invitados al banquete del Señor debe ser valorado por todos. Si se te invita a una fiesta y para ti no tiene trascendencia dicha invitación no vas a ir.

Eso quiere decir que si no le damos importancia a Dios no responderemos a su llamada. Muchas veces, en el día a día, Dios nos llama a participar en su reino mediante las buenas obras que podamos hacer y dar los signos que quiere que demos. Seamos dichosos porque nuestro Dios lo quiere. Participa en el banquete de Dios en el amor de la familia, el trabajo, los vecinos, y todos tus ambientes.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,15-24): En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ?Venid, que ya está todo preparado?. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ?He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses?. Y otro dijo: ?He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses?. Otro dijo: ?Me he casado, y por eso no puedo ir?.
»Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ?Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos?. Dijo el siervo: ?Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio?. Dijo el señor al siervo: ?Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa?. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».

Hoy estarás conmigo en el Paraíso

Si hay alguien que cambia la perspectiva de la vida y de la muerte es esa persona que está a punto de morir. Cuando se es joven no se piensan esas cosas. De hecho, es en la juventud cuando se asumen muchas ideas locas entorno a este tema como que no existe el cielo y que lo único que tenemos es esta vida. 

Un hombre le dijo a otro en el lecho de muerte: “¿y si no hay nada después de la muerte?” Y el otro le respondió: “¿y si hay algo?”.

Cuando se está a punto de morir se piensan muchas cosas y entre ellas está precisamente esa que acabamos de mencionar: ¿existe el cielo o no? Nos podemos hacer esa pregunta para luego reflexionar si iremos ahí o no.

La buena noticia del cristianismo es que verdaderamente existe el cielo y en Cristo todos tenemos acceso a él. Hermanos y hermanas, vivamos esta vida para prepararnos bien para que cuando nos llegue la muerte Jesús nos encuentra preparados.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 23,33.39-43): Cuando los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».