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Te seguiré adondequiera que vayas

El llamado de Dios es constante. Nuestro Señor nos invita a seguirle, ¿estamos verdaderamente dispuesto a hacer su voluntad?

La verdad es que tenemos siempre la tentación de mirar hacia atrás. Nos atraen las cosas de este mundo. Estamos muy ocupados en nuestro trabajo, nuestros afectos desordenados, con el dinero y demás ídolos materiales que nos hacen olvidar lo más importante: hacer la voluntad de Dios.

Nuestra misión es amar. Perdonemos a todos los que nos han hecho algún mal. Pidamos a Dios que nos conceda el Espíritu Santo para hacer siempre su voluntad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

El mayor entre vosotros será vuestro servidor

¡Cuantos libros se han escrito para enseñarnos el milagroso camino a la fama y el poder! Todo quieren el primer puesto. Todos quieres ser “exitosos”. ¿En qué consiste el éxito de Jesús? En el servicio.

El Señor nos invita a imitarle. Jesús nos indica el camino de la vida. Nos muestra cómo ser “exitosos” según Dios. El camino del amor y servicio es la verdadera felicidad. Hagamos lo que ha dicho y hecho el Señor. Él es nuestro referente, nuestro verdadero maestro, líder y guía. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Maestro, te seguiré adondequiera que vayas

Jesús no ha engañado a nadie. Siempre dejó muy claro las condiciones necesarias para seguirle. Todo aquel que quiera ser cristiano debe saber que implica semejante decisión. Nuestro Señor no tiene donde reclinar su cabeza. Su misión en dar la vida por todos incluyendo a sus enemigos. ¿Tú estás dispuesto a hacer lo mismo?

Seguir a Jesús implica que renunciamos a todos los ídolos de este mundo. Seguirle implica que estamos dispuestos a subirnos a la cruz. Ser cristianos es amar a los enemigos. ¿Estás dispuesto?

Hoy es un buen día para experimentar La Paz que se experimenta cuando renunciamos a todo y nos quedamos solo con Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

Podríamos decir: “¡más claro! Ni el agua”. Jesús puso a sus seguidores condiciones muy claras. Si quieres ser cristiano, debes renunciar a todos sus bienes. Nada ni nadie puede estar por encima de Dios y su voluntad. ¿Estás dispuesto a renunciar a todos tus bienes?

El tema es que nunca hemos pensado seriamente en esto. Vivimos un cristianismo “a la medida” de nuestra razón. Pensamos que suena muy bien el evangelio pero que tampoco debemos exagerar. Adaptamos el mensaje de radicalidad evangélica a nuestra mentalidad chata y gris. Somos unos cristianos mediocres.

Hermanos y hermanas. No tenemos otra opción que renuncia a nuestros bienes afectivos, materiales y sociales. Ese es el camino de Cristo, ¿estás dispuesto a seguirlo? ¡Demuéstralo con hechos!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.

»Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

El que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna

Hay oraciones o frases en el evangelio que pueden confundir a los oídos que no están iniciados o acostumbrados a estos temas. Por ejemplo, eso de “odiar la vida” puede sonar un tanto exagerado y fuera de lugar. Sin embargo, es una de las bases del cristianismo. 

En el mundo, mientras dure nuestra vida terrenal, tendremos muchos amores o apegos. Es decir, estaremos buscando la felicidad en muchas cosas. Por ejemplo, en el matrimonio, éxito, fama, dinero, prestigio, en fin, muchas cosas que en si mismas son buenas pero son irremediablemente pasajeras. Así mismo hermanos, en este mundo todo se muda y es más, si tenemos una relación desordenada con estas cosas podemos caer en la idolatría y en vicios raros.

El Señor Jesús, sabiendo los peligros que esto puede suponer para nuestra salud de alma y de cuerpo nos ha invitado al desapego radical. Es decir, podemos disfrutar de las cosas pero nunca poniendo nuestra seguridad en ellas. 

¡Ánimo! Que seguir a Jesús es lo más bello que podemos hacer y el siempre nos conduce a la vida eterna. No te desanimes. No temas. Él te ama muchísimo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,24-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».

No he venido a traer paz, sino espada

En las escrituras hay frases que escandalizan a los que no han estudiado las escrituras. Son afirmaciones que sacadas de contexto pueden ser usadas para convertir la religión en el marco de comportamientos intolerantes y violentos. Por eso es importante escrutar las escrituras con la ayuda, sobre todo, del Espíritu Santo.

Cuando el Señor habla de que no ha venido a traer paz debemos entenderlo en el contexto de que la radicalidad del evangelio hace que muchos tomen posición contraria respecto a tus creencias. Por ejemplo, si la madre de una cristiana entiende que un matrimonio en este tiempo debe tener solo dos hijos como máximo y su hija decide tener los hijos que Dios quiera, esto provoca automáticamente división entre madre e hija en el sentido que no están de acuerdo en esa práctica específica de Fe. Así podemos poner miles de ejemplos concretos que hacen que hasta familiares, parejas y amigos se dividan por causa del evangelio. Es normal, cuando alguien quiere seguir el camino de Jesús que los que no viven según los principio del evangelio no quieran tener alguna conexión con los que si vive según Dios.

¡Ánimo! Si sientes muchas veces el rechazo por causa del evangelio debes sentirte feliz porque eres luz del mundo y tarde o temprano tu fidelidad al evangelio dará buenos frutos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. 
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Maestro, te seguiré adondequiera que vayas

¿Dónde va Jesús que nos invita a seguirle? Ciertamente la vocación cristiana exige unas condiciones singulares. Si el Señor te está llamando, ¿qué implica dicha llamada?

Los seres humanos nos enfrentamos todos los días a diversos retos y problemas. Nos mete en angustia, sufrimiento y preocupación muchas cosas. En medio de todo eso, ¿cuál es el camino que nos pide recorrer Jesús con Él? El de la Cruz. Alguno dirá: “¡eso es masoquismo!” Pero no es así.

Lo que quiere mostrar el Señor es que los cristianos aprendemos a vivir la vida de una forma diferente a los que la viven sin Fe. Nuestro credo nos hace descubrir que todo tiene sentido en la cruz del Señor. En el cristianismo nada está fuera de su sitio. Todo invita a la trascendencia. Es por eso que el Señor nos llama a vivir caminando en total libertad.

Dejemos atrás los afanes de la vida y sigamos al Señor. Él no pone su confianza en las cosas terrenas. El tiene todo ser anclado en el cielo. ¿Estás dispuesto a vive ese estilo de vida cristiano? Ánimo, con el Señor ser puede.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

No puede ser discípulo mío

Podríamos decir, en un lenguaje empresarial de nuestros días, que Jesús vende de una forma extraña lo que implica seguirle. Lo normal es que se hablen maravillas y la capacidad de solucionar todos los problemas de las personas que le sigan. No es así en el cristianismo. ¿Por qué? Precisamente porque el Señor siempre nos dice la verdad y sobre la misma construye nuestra felicidad.

Seguir a Jesús es una opción radical de vida y es en esta radicalidad donde se encuentra la felicidad más plena y eterna. Nuestra recompensa es saber que Dios lo es todo. Nuestro principio y fin. Amarle a Él con todo lo que tenemos es amar al mundo, a nuestra vida, a todos los seres humanos, nuestros cercanos y hasta a nuestros enemigos. Bendigamos a Dios por este don inmenso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. 
»Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».

Te seguiré adondequiera que vayas

Jesús anunciaba el reino de los cielos por todas aldeas y poblados. Su misión era llevar este mensaje de salvación. Esto nunca pensó en hacerlo solo. Es por eso que siempre se hizo acompañar de discípulos. A algunos les hacía un llamado explícito. Otros se invitaban ellos mismos.

Seguir a Jesús todavía implica hoy muchas cosas. Muchos no saben la dimensión o magnitud de semejante opción de vida.

Jesús es el hijo de Dios que vino a salvar al mundo ocupando el último lugar y siendo el servidor de todos. Esto significa que está dispuesto a mostrar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres del mundo. Esta misión implica toda la vida. Es una forma de vida radical en el amor.

¿Estás dispuesto a seguir a Jesús? Pues lo primero que tienes que hacer hoy es amar. Ama a tu próximo cercano en la familia, trabajo o centro de estudio. A ese que te cae mal o que te sientes ofendido o distante con él o ella. Ama todos de una forma radical. Esto es seguir a Jesús. Esto es subir a la cruz con Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido

Todo tiene su requisito. Para entrar a la universidad o al colegio, para ser miembro de un club u organización social o simplemente para ser parte de un grupo de cualquier tipo. Debemos cumple con requerimientos mínimos para cualquier tema de acontecer nacional. ¿Cual es la condición fundamental para ser seguidor de Jesús? 

Nuestro Señor Jesús no exige ni obliga. Su buena noticia invita, cuestiona y nos ponen en una actitud. Seguir al hijo de Dios implica dejar lo que nos hace daño. Lo que los quita La Paz. Los que nos hace infelices. 

El seguimiento no trata de dejar algo bueno para seguir a un hombre. Lo que Él quiere es que dejemos el mal camino y podamos disfrutar de su promesa y esta es ¡Vida Eterna!

¿Estás dispuesto a seguir a Jesús en éstas condiciones? Este es el camino de la vida. La victoria de Jesús sobre nuestras esclavitudes e idolatrías.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,28-31): En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».