Gritar, en las escrituras, es sinónimo de orar. Cuando alguien grita es porque necesita algo, está en peligro o se siente irritado por algo que le ha molestado. En el caso del evangelio gritan aquellos que hacen igual que un bebé cuando le grita a la madre para que le de la leche que necesita.
En el día de hoy somos invitados a la oración. Orar de manera incesante para ver el rostro de Dios, hacer su voluntad y experimentar la fuerza sanadora de Jesús.
Busquemos el rostro de Dios. Él ESCUCHA todo lo que pedimos y su misericordia supera nuestros pecados y faltas. Este perdón se experimenta en la oración. ¡ORA INCESANTEMENTE!
Leer:
Texto del Evangelio (Mt 9,27-31): Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.