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El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,

Como decimos los dominicanos, la “buscadera” siempre ha existido desde que el “mundo es mundo”. En todos los ambientes de la vida humana, siempre ha existido la lucha de poder por un puesto o posición. La gente se “la buca’” para ocupar un cargo. Para estar a la “derecha o izquierda” de quien manda.

En las escrituras vemos un ejemplo muy práctico de esta realidad. Una madre con sus dos hijos negociando una posición. Jesús es genial en su respuesta. “No he venido ha ser servido, sino a servir”. El Señor intenta poner las cosas claras, nos ayuda a rectificar nuestra forma de proceder.

¿Es malo querer ocupar una posición de poder en nuestro ambiente, trabajo o mundo público? Ciertamente que no. La cuestión planteada es denunciar la intencionalidad de esa forma de actuar. Al enterarse los demás discípulos de la “búsqueda” de estos hermanos apoyados por su madre, ¡se molestan! ¿Por qué? ¿Qué pasa aquí? En la actitud de los demás y en la misma actitud de los hijos de esta “ingeniosa” madre se descubre su verdadera intención. Quieren poder para servirse de él. No están dispuestos a beber de la “copa” del Señor. Lo que quieren son privilegios personales, poder por poder, ser servidos.

Beber la copa del Señor es estar dispuesto a morir por los demás, servir como el último, amar como Jesús ama a todos y todas. ¡Estar a su derecha o izquierda no importa! Lo que realmente quiere Dios es que ocupemos con amor y voluntariamente el último lugar. Ese es el “puesto” de un cristiano y ese lugar está en la cruz.

No has venido a este mundo para “ser servido” por tu esposa o esposo, por tus hijos, por tus compañeros de trabajo o hermanos de la iglesia. Estás llamado por Dios, querido hermano, ¡al servicio! ¡A dar la vida! ¡A amar a los demás. ¿Dispuesto? Si tu respuesta es SI, no te preocupes… Que ese “nombramiento” sale…

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 20,20-28): En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».