Es una casualidad divina que ayer estaba hablando con personas sobre el tema de los demonios y posiciones. Al igual que todos, con las personas con las que hablaba, se sentía temerosas de tratar temas tan lúgubres y misteriosos. Les afirmaba lo mismo que este evangelio: ¡no teman! Jesús tiene poder sobre los demonios.
Es cierto que existen los demonios como seres espirituales o ángeles caídos pero su influencia es limitada ya que Dios en Jesús les ha vencido.
De lo que tenemos que preocuparnos son de los “demonios” que dominan a las personas llenas de odio, mentira y vanidad.
Leía un artículo de un exorcista que decía que el pecado preferido del demonio es la soberbia. Eso quiere decir, que aquel está dominado por su soberbia ha caído bajo el influjo de lo malo.
Hoy pongamos nuestra confianza en el Señor. Invoquemos su nombre constantemente porque en su poder estamos siempre salvos y seguros.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.