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Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora

Todos los días tenemos muchos afanes y temas. Hay siempre una lista de pendientes que nunca acaba. Podemos correr el peligro de vivir la vida en ese día a día sin darnos cuenta que debemos estar atentos a lo mas importante. 

El encuentro con Dios se puede dar en cualquier momento o lugar. Por eso es importante estar atentos a su manifestación misteriosa.

Un consuelo de un amigo o hermano de Fe, un pobre o necesitado que nos pide ayuda, una corrección o momento que nos ha salido bien son solo ejemplo de situaciones en que la mano de Dios está presente. 

Dios los invita a tener siempre el aceite su espíritu para que podamos entrar en su Reino. 

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,1-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».

¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?

Muchas personas rodeaban a Jesús. Se podría decir que tenía un buen grupo de discípulos y apóstoles. Entre ella había de todo. Funcionarios públicos, mujeres, fariseos y escribas; en fin, una variedad extraña y que llama la atención por muchas razones.

Entre ellos estaba un fariseo llamado Nicodemo. A este hombre versado en las escrituras y la ley de Dios le resulta fácil reconocer que Jesús viene de Dios. Dice que con solo observar sus señales y prodigios podemos llegar a la conclusión de que Jesús es verdaderamente hijo de Dios. ¿Esto es lo único que Dios quiere mostrar?

La buena noticia es que ser hijo de Dios no es solo una condición de Jesús. Lo que el Señor muestra a Nicodemo es que igual de importante que podemos ser hijo de Dios si nacemos de agua y de Espíritu. La resurrección se muestra en su máxima expresión cuando participamos de la naturaleza misma de Dios. Cuando somos hijos de lo alto y asumimos una nueva naturaleza. ¿Eres hijo o hija adoptiva de Dios? Veamos tus “señales y prodigios”.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,1-8):Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él». Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios». 


Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu».