Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos

Todos queremos ser los primeros. En el trabajo, Camila, universidad y en cualquier ambiente, nuestro objetivo es sobresalir e imponer nuestros criterios. Es por eso que la mayoría busca fama y dinero. Estas cosas te permiten tener un puesto de relevancia en la sociedad. Es por eso, también, que los políticos hacen lo que sea para llevar al poder. Al obtenerlo, se colocan por encima de los demás. ¿Qué dice Jesús al respecto?

Jesucristos invierte la pirámide. Pone “patas arriba” los criterios humanos. Destroza con una frase los criterios humanos. Dice que para ser el primero debemos ser el último. Que para ser el más importante debemos ser servidores de todos. Esa es la verdad. Ese es el camino de la felicidad.

¿Qué pasaría si todos nos pusiéramos al servicio de los demás? Pues tendríamos, de seguro, una mejor sociedad. Tu matrimonio fuera mejor. Nuestras familias estaría en comunión y los ambientes laborales sería menos agresivos. En fin, el cristiano es aquel que ocupa el último lugar. Es aquel que está dispuesto a dar la vida por los demás, con amor y espíritu de servicio.

¿Estamos dispuestos a servir? ¡Ánimo! Dios nos dará ese espíritu.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 9,30-37): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará». Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».

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