Estamos apegados a muchos bienes. Esa es la verdad. Bienes materiales, afectivos y sociales. Nos ocupa y preocupa todo lo de este mundo, ¿cuando vamos a poner nuestro corazón en las cosas de Dios?
La buena noticia es que Dios puede y quiere ayudarte. Nuestro Dios nos ha creado y a decretado la felicidad para todos nosotros. El tema es que nos distanciamos haciendo uso incorrecto de nuestra libertad.
Pidamos a Dios la ayuda adecuada para saber elegir cómo conviene. Un solo camino conduce a la vida y es renunciar a todo para seguir a Cristo. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
»Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»