En las escrituras san Juan hace muchas referencias al Espíritu Santo que será enviado a nuestros corazones luego de la muerte y resurrección de Jesús. Parecería que el Señor no deja la mejor de las herencias: el Espíritu Paráclito.
El Espíritu de Dios mismo nos puede santificar, cambiar, transformar y resucitar. Son muchos las gracias recibidas y una de las más importantes es la que se refiere a la Verdad.
Jesús es el camino, la verdad y la vida. Cuando se habla de la verdad se habla que, entre otras cosas, Él nos conduce a la verdadera iluminación. La verdad es que Dios nos ama muchísimo y ha decretado para nosotros la felicidad. Esto se descubre día a día en los acontecimientos de nuestra vida. Cuando experimentamos la acción de Dios en un momento difícil o descubrimos el porqué Dios permite ciertas cosas.
La Verdad es el Amor y el Amor es Dios. Este amor habitando nuestros corazones es el Espíritu Santo. Pidamos a Dios vivir siempre en la verdad, vivir siempre en el amor.
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».