¿Cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’?

Para las mentes curiosas, podría ser interesante reflexionar sobre la razón por la cual Jesús es perseguido y condenado. Si el Ministerio Público hiciera un proceso de investigación penal se daría cuenta que este hombre fascinante fue condenado, principalmente por llamarse así mismo Hijo de Dios.

Jesús actúa siempre con libertad, sanaba a todos, anunciaba el amor de Dios, realizaba milagros y resucitaba muertos. Su mensaje era amor y perdón. Entonces, ¿por qué a alguien tan bueno se le condena? Porque los testigos de todos estos hechos y acciones no quisieron reconocer lo evidente: Jesús, por su obras, es Hijo de Dios.

Lo mismo nos puede pasar a nosotros. Podemos ver más acciones de Dios y no reconocerle presente en un hermano que te corrije, en un hecho que te llama a la santidad o en una liturgia que está para vivirla en la Fe. Esta es una invitación a la Fe. A qué podamos abrir nuestro corazón a la presencia divina en todo y todos. Reconozcamos a Jesús en todos los aspectos nuestra vida. Tengamos Fe.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,31-42): En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

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