Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres

En diversas épocas y momentos de la historia de la humanidad se ha luchado hasta la muerte para dar, conquistar y construir la libertad. Uno de los monumentos más emblemáticos del planeta, localizado en la ciudad de New York de Estados Unidos, está dedicado precisamente a la libertad. Todos la queremos y luchamos por ella. Nos podemos preguntar: ¿es la misma libertad de la que habla Jesús en el evangelio?

A la libertad se opone la esclavitud. En las escrituras se dice que la profunda y existencial esclavitud es fruto del pecado. Estar en pecado es como estar encadenado. Es decir, cuando no amamos, nos separamos de Dios y vivimos en tristeza y pesar, es porque hemos pecado y somos esclavos del mal. ¿Quién podrá ayudarnos?

La buena noticia es que tenemos un libertador. Dios ha enviado a Jesús para liberarnos del mal y el pecado. Podemos tener esperanza. ¡Dios nos ama! Y manifiesta su amor sacándonos de nuestras oscuridades existenciales y dándonos la oportunidad de una vida nueva, la vida de un resucitado, de alguien que estaba muerto y ha vuelto a la vida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,31-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre».
Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado».

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