Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos

Seguro que alguna vez has visto a un predicador con su Biblia bajo el brazo o una señora de rodillas en la iglesia con una cara angelical. Vemos algunos miembros distinguidos de la iglesia con un semblante de “santidad” que nos invita a pensar: “cualquier que lo ve lo compra”. ¿Esto es cristianismo?

El Señor, conociendo profundamente nuestra debilidad, no señala el error que podemos cometer cuando pensamos que ser buenos cristianos consiste en un asunto de poses y formas externas. Nada que ver con la realidad. De hecho, muchas veces “instrumentalizamos” las cosas santas para construirnos a nosotros mismo. Gran error y porque no, grave pecado.

Cuando ayunemos, oremos, demos limosna, vivamos cualquier celebración litúrgica, o caminemos por la aquella procuremos que nuestras obras de Fe sean fruto de una verdadera conversión del corazón. Amemos profundamente a los demás reconociendo que son mejores que nosotros y que en nada nuestra práctica cristiana nos hace buenos o mejores que nadie.

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>