Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón

Si vas a una librería te darás cuenta de la gran cantidad de libros relacionados con la riqueza y el dinero. Es típico encontrarse con los ya repetitivos títulos “como hacerte rico en 21 días” o “como ganar tu primer millón. Las redes sociales, Internet y los medios de comunicación tradicional están constantemente anunciando cursos, talleres, conferencias y charlas con “gurús” que prometen darte las claves de la famosa libertad financiera y así poder ser plenamente feliz. ¿Qué dice el Señor al respecto?

Jesús tiene la costumbre de desalinear a las personas. Con su sabiduría divina desmonta los falsos conceptos de felicidad que hemos ido creando en el tiempo. La verdad es que la felicidad no está en la abundancia de los bienes ni en el éxito material. Si fuera así, no se suicidarian los ricos ni tendría que tomar drogas para aliviar sus penas. Entonces, ¿cuál es la clave de la felicidad?

Poner nuestro corazón en los bienes celestes. Tener un corazón libre qu permita disfrutar lo que tenemos sin perder la frescura de vivir sin limites o esclavitudes. El dinero no es malo. El problema radica en la obsesión en la que vivimos por conseguirlo y acumularlo. Esta es la raíz de todos los males como la corrupción, los pleitos familiares y los demás odios y resentimientos.

¡Ánimo! El Señor viene con poder para bendecirte e invitarte a vivir la vida como él lo hizo. Disfrutando de los vienes que Dios nos da sin convertirlos en ídolos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 6,19-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. 

»La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!».

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