Effatá

Dios lo ha hecho todo bien. Vemos la naturaleza, contemplamos el universo y las maravillas de la creación, y todos, creyentes o no, debemos reconocer que tanta perfección y belleza solo puede tener un autor divino. Alguno se preguntará que de ser esto así, ¿por qué existe enfermedad y sufrimiento?

Ciertamente, el mal y la muerte no son inversiones de Dios. Es decir, es del corazón del hombre donde se da la inclinación al mal. La enfermedad es solo un síntoma o manifestación física de esta realidad. 

Es por eso que, cuando a Jesús le presentan a un sordo y lo sana, inmediatamente sus labios, boca y cuerdas vocales proclaman la verdad: que el Señor lo ha hecho todo bien.
Hoy somos invitados por Jesús ha estar abiertos a su acción. Pidamos a Dios que nos conceda el don del habla para proclamar las maravillas que Él ha realizado en nuestra vidas. Vivíamos la bendición de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,31-37): En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: “¡Ábrete!”. 

Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

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