Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí

El mismo hecho de pensar que esta palabra no tiene que ver con nosotros nos acusa y denuncia. Ser “fariseo” es pensar, entre otras cosas, que me salvó cumpliendo con leyes externas. Por ejemplo, el Fariseo piensa que si va a misa los domingos es un hombre o mujer buena pero vive creyéndose mejor que los demás. 

Los fariseos se autodenominan puros y buenos, ¿te crees mejor que los demás? ¿Vives pensando que la palabra de Dios debiera escucharla tu esposo o esposa, tu familia, tus amigos ya que tú no necesitas de ella? 
¡Basta ya de actitudes farisaicas! Lo que necesitamos todos, incluyendo especialmente a los que se creen buenos y superiores, es convertirnos de verdad. Nadie puede atribuirse así mismo bondad o santidad. Todos somos pecadores y dejemos de juzgar a los demás. No usemos la fe como arma para acusar a los demás. Seamos humildes.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-. 
Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro “Korbán” -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».

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