Casi terminado el año, el Señor nos dice una cosa sencilla pero muy profunda: No basta con que nazca Jesús en nuestros corazones. Es importante que el mismo CREZCA en sabiduría y gracia.
Los que hemos hecho un encuentro personal con Jesús y un proceso de renovación de nuestras promesas bautismales podemos asegurar lo cierto de este mensaje divino. Mucho hemos tenido nuestro bautismo como una semillita enterrada en tierra que no lograba germinar. A través des Iglesia, con la ayuda de profetas como Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; hemos visto crecer esta semilla en nuestras vidas.
Jesús quiere habitar en nuestros corazones. Es importante que este niño crezca y se haga un hombre adulto para que de frutos de vida eterna: el amor al enemigo y la perfecta unidad.
Mis hermanos y hermanas, esto se logra si permanecemos en el amor. Si nunca dejamos de alimentarnos en los sacramentos y nos instruimos en las catequesis y enseñanzas de la Iglesia. Seamos fieles a Dios y el será fiel con nosotros. ¡FELIZ AÑO 2015!
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 2,36-40): Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.