En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres

Una de las maravillas que celebramos en este tiempo en la encarnación del hijo de Dios. Esto quiere decir que Jesús, el unigénito de Dios Padre, se hijo hombre y caminó por estas tierras viviendo y sufriendo los mismas que cosas que una creatura normal.

Igual de importante es el hecho que Dios nos invita a que Jesús se pueda hacer “carne en nuestras vidas”. ¿Qué significa esto? Pues que la Palabra, hecha realidad en nuestros corazones, pueda germinar y dar frutos de vida eterna.

Dice la escritura que la Palabra ha existido siempre y que por ella se han hecho todas las cosas. Dicha Palabra ha sido testimoniada por Juan El Bautista. Lo que corresponde es que también se haga vida en nosotros. Que cada día sea “luz en nuestro sendero” y pueda iluminar nuestros pasos para que andemos por el camino de La Paz. ¿Estás dispuesto? ¡ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

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