Todos los seres humanos buscan un sentido en sus vidas. Al momento de nacer, hemos sido “equipados” con un conjunto de talentos y dones que debemos descubrir, desarrollar y aplicar en nuestra vida diaria.
Algunos han nacido para el baile, otros para música; hay muchos que son líderes , otros buenos administradores; tenemos personas que nos deleitan con su escritos y otros más nos dejan maravillados con sus esculturas. En definitiva, creemos que hemos nacido para algo, para una misión concreta.
Dios ha elegido a Juan el Bautista para una misión que es común a todos los llamados a ser cristianos: Preparar el camino del Señor!.
Ser cristianos en este tiempo es haber sido elegidos para la misión más importantes de todas! Hacer presente con nuestros pensamientos, palabras y obras, las maravillas del Señor!
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.