Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños

Nos pasos nuestra vida entera construyendo prestigio, patrimonio y relaciones humanas. Tener éxito según los parámetros de este mundo es la clave para sentirnos felices y realizados. Tener poder es el objetivo de los que quieren ocupar los primeros lugares de nuestra sociedad, ¿qué dice el Señor al respecto?

Jesús vino al mundo, fundamentalmente, al pueblo elegido de Israel. Las escrituras han revelado que este pueblo era el receptor de la bendición de Dios y por tanto de su elección. El Señor vino a cambiar o “ampliar” esta realidad.

Hombres y mujeres con dolencias y sufrimientos se acercaban al Señor para pedirle ayuda. Se suponía que su labor era dirigida al pueblo de Israel pero no fue así. El acogió a todos y todas. Sus acciones no están en función de tradición o exclusión. Vino a salvar y sanar. Su obra liberadora es universal.

Sorprende la humildad con que una mujer pide ayuda para su hija endemoniada. Parecería que Jesús premia el gesto. El milagro físico suscita el milagro espiritual de la humildad. Ninguno de nosotros somos dignos. El nos hace dignos con su amor y perdón. Pidamos al Señor con humildad que el siempre escucha. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,24-30): En aquel tiempo, Jesús partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, sino que, en seguida, habiendo oído hablar de Él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños». Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija». Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.

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