Tú eres el Hijo de Dios

Las palabras y acciones de Jesús le dieron fama por todo el territorio en el que ejerció su misión aquí en la tierra. Su predicación era sellada constantemente por hechos y prodigios confirmados por muchedumbres e innumerables discípulos. ¿Para qué sirven los milagros de Jesús?

En nuestras oraciones, de forma consciente o no, pedimos milagros al Señor. Cuando queremos sanación para un ser querido o para algún padecimiento personal elevamos plegarias a Dios y esperamos su respuesta. Requerimos del Señor su intervención en las situaciones más difíciles de nuestra vida para que nos haga el milagro de salvarnos.

Para Jesús el milagro físico tiene el propósito de apoyar el milagro social o moral. El Señor llama a cambiar la vida y para demostrar que esto es posible hace cosas que parecen o son imposibles. El milagro nos dice, cuando acontece, que nuestro Dios Padre lo puede todo y que nos quiere liberar del mal físico y espiritual.

A todos los que hemos sido testigos de su amor manifestado por estos hechos extraordinarios sabemos que estas acciones divinas procurar despertar en nosotros la llama de la Fe y suscitar un corazón agradecido que abra nuestra vida a la conversión a Dios.

Hermanos y hermanas, Jesús nos invita a reconocerle como hijo de Dios y hermano nuestro. Todo un Dios encarnado que nos ama y quiere que seamos felices. ¡Abre tu corazón al amor de Dios!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,7-12): En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.

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