17mo día Retiro Virtual de Cuaresma

Hola estimado hermano / a

Estamos entrando en las profundidades de la Cuaresma y Dios nos invita hoy a reflexionar con sinceridad sobre nuestra realidad.

Dios, en su inmensa misericordia no ha enviado siempre personas, acontecimientos y oportunidades para que podamos encontrarnos con Él, cambiar para mejor nuestra vida, en definitiva, ser participes de esa felicidad que solo Él puede darnos.

¿Cuantas veces le hemos rechazado? ¿En cuantas ocasiones no hemos escuchado la corrección de un prójimo, la predicación de un presbítero, o no puesto en práctica una palabra de la escritura leída o oída?

Tantas veces Dios, a nosotros “labradores de su viña”, nos ha invitado a cosechar frutos de amor y perdón, y lo que hemos hecho es gritar, juzgar, exigir y murmurar…

ANIMO! Dios ahora nos quiere dar una palabra de esperanza. SI! De esperanza, porque la llamada a conversión siempre es buena… aunque nos cueste reconocer nuestros errores… nuestros pecados.

Vamos a leer este hermoso evangelio del día:

Texto del Evangelio (Mt 21,33-43.45-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».

Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.

Oremos: “MI DIOS Y SALVADOR! Te pido que tengas misericordia de mí, no tomes en cuenta mis faltas y me concedas ser un labrador fiel a tu palabra y a tus encargos. AMÉN!”

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