18vo día Retiro Virtual de Cuaresma

Hola querido/a hermano/a

En el día de hoy, el Señor nos propone una reflexión muy hermosa.

¿Cuantos de nosotros no hemos estado muertos? Estábamos perdidos en nuestros pecados. Con resentimientos hacia nuestra familia, amigos (enemigos), compañeros de trabajo…cuantas murmuraciones, mentiras y robos… Se sincero! Has pecado, hemos pecado… Y el pecado nos deja muertos. Por ejemplo, cuando tu te peleas con alguien (esposo, esposa, hermano, hermana, amigo, amiga, padre, madre…) como que nos quedamos mal, estamos mal interiormente, no es natural!

Hemos sido creados para AMAR y resulta que muchas veces no amamos, y no amar es MORIR! Por tanto, que alegría tiene nuestro Dios PADRE cuando ve que reconocemos nuestros pecados y sobretodo reconocemos en Dios el AMOR! El PERDÓN! Dios es un Padre que quiere que volvamos, recobremos la vida, reencontremos el camino de regreso… A la casa del PADRE! Donde se vive de amor… Que hermoso es que hoy el Espíritu Santo testifique a tu espíritu que Dios te ama y que puedes volver a comenzar.

Dios hoy quiere vestirte nuevamente con la túnica bautismal, quiere ponerte el anillo de alianza con Él, quieres calzarte nuevamente con el Celo de anunciar el evangelio! En definitiva…resucitarte, mostrarte su amor y convertirte así en un testigo de su inmensa misericordia.

Leamos:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-3.11-32): En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.

»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.

»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».

Oremos: “Dios Padre, reconozco que he pecado mucho… Ten misericordia de mí! Haz, te los suplico, que pueda experimentar hoy nuevamente tu amor. AMÉN”

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