Estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

El mandado de velar y orar no implica quedarse mirando al cielo como unos locos alienados. Todo lo contrario. Consiste en la preparación activa a la venida de Jesús, que en cualquier momento puede visitarnos con algún acontecimiento o incluso… con la muerte física.

Los llamados a ser verdaderos hijos de Dios se nos ha concedido los medios para realizar ese proyecto en nosotros. Entonces, ¿Por qué muchas veces no nos comportamos de acuerdo a ese llamado? Porque en nuestra libertad elegimos no hacerlo. Contemplamos nuestra debilidad y tiramos la toalla. ¡No nos dejemos engañar! Dios ha puesto los medios para nuestra santificación.

Velar y orar es una de las actitudes fundamentales del cristiano. Tengamos nuestro espíritu preparado para que Dios habite en el. Ánimo

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

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