El servicio es la clave. Los cristianos somos expertos en servir y estar a las órdenes de los demás. El espíritu cristiano es entrega, dedicación y trabajo para que los demás se sientan amados y queridos por Dios.
El que no tiene espíritu de servicio no es cristiano. El hombre que no está preocupado por lo que le hace feliz a su mujer no tiene espero de servicio. La mujer cristiana que no está atenta a los temas que puedan agradar al marido no tiene espíritu de servicio. Las personas que no se “ciñen una toalla y se ponen al servicio de los demás” no pueden ser llamados cristianos.
Lo sepan muy bien aquellos que han sido llamados a ser hijos e hijas de Dios: estamos todos los días compelidos a servir a los demás. Si lo hacemos así, es porque tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros. Seamos servidores de todos. Amén.
Leer:
Texto del Evangelio (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.