Publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo

Perdonar todos los días la ofensa recibida, reconciliarte con aquellos con no te has entendido bien, dar la razón a quien pleitea contigo son simples gestos diarios que van construyendo poco a poco el reino de los cielos en nuestras vidas. ¿Te lo crees?

En la pequeñez de las acciones cristianas diarias está la clave para que el reino de Dios se haga presente. Los cristianos son capaces de renunciar a todo con tal de tener a Dios en su corazón. No es importante ni nuestro honor, nuestras riquezas o nuestra fama. Lo más importante es amar como Dios nos ama.

Dejemos que el reino de Dios se haga presente en nuestro corazón. Pidamos al Señor que todos los días, en los pequeños detalles, seamos verdaderos hijos de Dios. Apoyemos nuestra debilidad en la fortaleza de nuestro Dios. Amén.

Texto del Evangelio (Mt 13,31-35): En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.

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