Señor, enséñanos a orar

La oración es fundamental para la vida de un cristiano. No hay posibilidad de crecer en la fe si no se ora incesantemente. Ser asiduos en la oración es una característica clave en la conducta de toda persona espiritual. Ahora bien, ¿todos sabemos orar cómo conviene?

La mayoría utilizan la oración como un medio, mediante el cual, solicitan a Dios que haga la voluntad de aquellos que se lo piden. Cuando oramos, le pedimos al Señor que cambie a las persona que nos rodean, que cure a alguien enfermo o que nos vaya bien en algún proyecto personal. Eso no está mal. Lo que sí debemos tener claro es que la oración es para hacer la voluntad de Dios. Es decir, el que ora se pone en la presencia de Dios, pide su misericordia de manera humilde y solícita, y manifiesta su disponibilidad para poner en práctica la palabra divina. La verdadera oración es hacer la voluntad de nuestro Dios.

Supliquemos al Señor que nos enseñe a orar. Pidamos que seamos iniciados en la oración del corazón que pide, incesantemente, que se haga su voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,1-4): Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».

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