Tú eres el Hijo de Dios

Jesús iba predicando de pueblo en pueblo. Curaba a todos los enfermos. Expulsaba todos los demonios. Cambiaba la vida de muchos.

Su misión consistía en anunciar, haciéndolo presente, que el el Reino de Dios había llegado ya. Es la buena noticia que todos podemos recibir con alegria en nuestro corazón. Su salvación se puede realizar en nuestra vida si así lo queremos.

Experimentemos hoy que Jesús es verdaderamente el hijo de Dios. Nuestro salvador y Señor quiere nuestra alegría aquí en la tierra y la vida eterna en el cielo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

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