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Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique

La predicación de Jesús exorciza demonios y sana todas las enfermedades. Alguno pensará que la acción divina solo es física. De hecho, las curaciones más importantes que hace Cristo son las espirituales.

Es importante recordar que el milagro físico, en el contexto de la evangelización, ocurre para suscitar la Fe. En las escrituras hay momentos en que se dice que Jesús no pudo curar a muchas personas por su falta de Fe. Es verdad qué nuestro Señor nos ama y nos hace milagros. Pero el milagro más importante es el milagro moral. La conversión integral de toda nuestra vida.

Es fundamental acoger la predicación de nuestro Señor. Hoy, como hace dos mil años, quiere que escuchemos su voz. La palabra de Cristo resuena en nuestros corazones y sana todas nuestras heridas. Creamos lo que los dice Jesús: ¡Dios nos ama! ¡Seamos felices!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

¡Creo, ayuda a mi poca fe!

Jesucristo pasó por esta tierra exorcizando demonios y sanando de muchas dolencias. A pesar de estas manifestaciones del poder de Dios, mucho seguían sin entender. Dudaban de Jesús. Lo buscaban solamente por intereses personales.

El Señor quería mostrar el poder de Dios para llamar a la Fe a todos y todas. Quería darles vida eterna y las curaciones eran símbolo de esta victoria de Jesús sobre los poderes del mal. Los milagros tiene como objetivo suscitar el cambio profundo de mentalidad. Transformar los corazones de las personas. Llevarles a la Fe.

¿Qué necesitas hoy? Pídeselo al Señor, pero recuerda que solo una es la más importante: el Espíritu que nos permite hacer su voluntad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 9,14-29): En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?». Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido».

Él les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!». Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?». Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!».

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él». Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?». Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración».