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Lo que Dios unió no lo separe el hombre

El cristiano es aquel que ajusta su vida al plan de Dios. Nuestro Dios es el que ha ordenado todo en el universo. Es causa primera de todo lo que sucede. Él es el autor de la vida y de la muerte, hunde en el abismo y saca de el. Por tanto, todo lo que pueda pasar en nuestra vida, incluyendo nuestra vocación o estado social, viene de Él.

En este sentido es que se vive el matrimonio cristiano. En estos tiempos son pocos los que se casan por la Iglesia. ¿Por qué? Entre otros motivos es que piensan que es un absurdo decir que alguien “debe” estar con otra persona para toda la vida de manera “obligada”. Pensar así es no entender el sacramento.

La verdad es que todos somos débiles. Tenemos muchísimas dificultades en la relación con los demás. Somos unos grandes pecadores, pero si nos apoyamos en Dios podemos estar siempre en comunión. Todo lo que hagamos apoyados en Dios, subsistirá para siempre. Es decir, que si tengo la certeza que el matrimonio o el celibato que abracé en algún momento lo hago porque sé que es voluntad de Dios, tendremos la certeza y alegría de saber que cumplimos su proyecto y Él nos dará siempre su fuerza. La Iglesia a previsto los procedimientos cuando efectivamente se confirma que hubo algo que no vino de Dios. Por tanto, en un caso y en otro, siempre se hace la voluntad de Dios. ¿Entiendes este lenguaje? Pídele a Dios entenderlo. Solo así será feliz. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 19,3-12): En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?». Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre». 
Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?». Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio». 
Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse». Pero Él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda».