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Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas

Hay en nuestra humanidad una tendencia a “satanisar” las cosas. Vemos con recelo la televisión, la radio y hasta las redes sociales. Afirmaciones radicales y apocalípticas como que “las redes sociales son instrumentos del diablo” son escuchadas en varios ambientes cristianos. Esto no refleja la enseñanza de Jesús.

La obra de Dios se realiza en el corazón de la persona. Es ahí donde todo ocurre, de donde sale lo bueno pero también lo malo. Por eso el gran milagro de Jesús es convertir el corazón de piedra y hacerlo de carne. La obra del Señor se hace en el corazón.

¿A qué nos llama esta palabra? A vivir en libertad. Hay oficios y cosas que normalmente se entienden incompatibles con la enseñanza cristiana. Para discernir debemos ver si esto daña el corazón o si son catalizadores de la maldad que hay en el interior humano. Por ejemplo, si la política la ejerce un hombre o mujer sin valores éticos es obvio que será un corrupto pero si en cambio la práctica un hombre justo y bueno será el mejor servidor público e instrumento en manos de Dios para hacer mucho bien.

Purifiquemos nuestro corazón y actuemos como verdaderos hijos de Dios, lo demás es “monte y culebra”.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,14-23): En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Así que también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» —así declaraba puros todos los alimentos—. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».