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No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos

Para saber en qué cree una persona, basta con mirar sus obras. Muchas veces las personas decimos cosas que no son acompañadas con los hechos. Nos falta integridad. Nos falta que la mente, el corazón y las acciones estén en comunión.

Los cristianos tenemos el peligro de caer en estas actitudes farisaicas. Podemos estar cumpliendo sacramentos y no tener el más mínimo amor hacia los demás. Debemos reconocer, yo el primero, que muchas veces hablamos muy bonito pero accionamos muy feo.

Ante esta realidad, Jesús nos invita a convertirnos. Nos llama a poner en práctica el evangelio. Las obras, muchas veces, son más importantes que las palabras. Pidamos la gracia a Dios para tener la gracia de cumplir su voluntad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.

»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo

Un buen estratega traza el plan para conseguir sus objetivos o alcanzar sus metas. Debe de calcular los recursos que necesita y las actividades que debe realizar para llegar con ánimo al fin definido. Si lo pensáramos en términos espirituales, ¿cuál sería la estrategia espiritual que deberíamos implementar para alcanzar la salvación eterna? Pues el amor.

En la sagradas escrituras se habla que aquellos que aman al prójimo son benditos y dichosos. Esto quiere decir que todo aquel que ama a los pequeños de la tierra, da de comer al hambriento, de vestir al desnudo y le socorre en sus angustias, alcanza la salvación y tienen acceso al reino de cielos. Es decir, que el amor, en lo material y el lo espiritual, es la llave que abre la puerta de entrada al cielo. ¿Estamos dispuesto a amar hoy? ¿Verdaderamente? Si así lo hiciéramos, seremos dichosos y experimentaremos la vida eterna desde aquí en la tierra. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».

Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras

Si quieres conocer a una persona, observa sus obras. Es una muy mala “costumbre” humana juzgar a las personas por lo que aparentan o dicen. Raras veces nos enfocamos en lo que realmente hace y es. Esa es la razón por la que Jesús insistió mucho en que sus frutos y sus obras hablaban por Él. ¿Qué hacía Jesús?

El Señor vino al mundo a traer alegría, paz, sanación y perdón. No vino a condenar. Ha venido al mundo, se ha hecho carne, para salvar a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Esa es la alegría de la Navidad. Dios mismo se ha hecho carne en su hijo Jesucristo para librar de la muerte a toda la humanidad.

Vivíamos este tiempo en alegría. Sintamos la presencia del Señor en nuestros corazones. Recuperemos la semana pilas en familia. Vivíamos la Navidad como la vive un verdadero cristiano: contemplando en el pesebre al Señor y Salvador de todos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,13-19): En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».

 ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?

¿Qué es ser cristiano? Esta pregunta parece ser tonta, sobre todo para los oídos acostumbrados a temas religiosos cristianos. En los paises de tradición católica puede resultar absurdo hacerse semejante pregunta. La verdad es que se entiende cristiano a una persona que se bautizó en alguna iglesia de fe cristiana. 

Es cierto que el cumplimiento de una normativa sacramental nos hace pertenecer jurídicamente, digamos así, al cristianismo. La pregunta sería: ¿es una persona ingeniero si se gradúa en una carrera de ingenierías pero nunca ejerce su profesión? Realmente lo que hace ser ingeniero en plenitud es alguien que ejerce o trabaja en lo que se certificó o diplomó. Las accionesy obras son lo que define que somos verdaderos cristianos o hijos de Dios.

Hoy el Señor nos invita a poner en práctica la Fe cristiana. A ser cristianos de obras no de palabras. A poner en práctica la palabra de Dios que siempre es una palabra de amor, perdón y esperanza en Dios. De muy poco nos sirve cumplir leyes externas si no van acompañadas de obras de vida eterna. ¡Ánimo! En el Señor podemos hacerlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

Para que vean vuestras buenas obras

Jesús nos invita a ser sal y luz de la tierra. Con frecuencia utiliza símbolos para expresar misterios más profundos. Uno de ellos es la misión que tenemos por el hecho de ser cristianos.

Lo primero es que ningún hombre o mujer es llamado por Dios para ser cristiano como un proyecto de superación personal. Es decir, todos tenemos el encargo de dar lo que gratis hemos recibido, y ¿qué hemos recibido? El amor de Dios.

Somos testigos del amor de Dios. Es por eso que estamos llamados a dar amor a todos nuestros prójimos incluyendo a nuestros enemigos. ¿Cómo se puede ser luz y sal? Reflejando la luz de Cristo como la luna refleja la luz del sol; y disolviéndonos en el mundo como lo hace la sal en los alimentos para darles gusto y buen sabor. Esa es la misión suprema de la Iglesia y sus miembros los cristianos. 

¡Amar! Esa es la buena obra que debemos realizar todos los días de nuestra vida. ¡Ánimo!
Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

El Hijo del hombre también es señor del sábado

Las religiones están llenas de ritos y liturgias. Existen muchas devociones diversas de las cuales las personas hacen uso intensivo. Por ejemplo, en nuestro país, a propósito del día de la Virgen de la Altagracia, mucha gente hace promesas y ejecuta acciones como ofrecimiento en acciones de gracias por algo o para requerir algún favor del altísimo. 

Jesús, con respecto a estas manifestaciones devotas y externas de la religiosidad popular, dio una palabra. Dijo que lo más importante es cumplir lo que significan dichas acciones. Me explico.

Podemos ir de rodillas desde la capital al Santuario de La Altagracia en Higüey. Pero esto no sirve para mucho si odiamos a nuestro prójimo. Podemos hacer promesas por mediación de santos y ángeles pero si no estamos dispuestos a amar como Cristo nos amó, le quitamos efectividad a dichos hechos.

Hoy somos invitados a amar. La mejor forma de vivir el cristianismo es viviendo su mensaje con acciones concretas de cada día.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 2,23-28): Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».

Brille así vuestra luz delante de los hombres

Los que hemos sido bautizados nos llamamos cristianos. ¿Sabemos lo que implica este título? ¿Estamos dispuestos a obrar según las exigencias cristianas? Jesús nos recuerda que somos llamados a ser sal y luz de la tierra. ¿Estamos realmente dispuestos a serlo?

En el día a día nuestras obras muchas veces no se parecen a las de Cristo. Mentimos, odiamos, guardamos rencor, nos creemos mejores que los demás, calumniamos, nos apegamos a los bienes de este mundo, envidiamos y una serie de hechos y actos que nos hacen ser todo lo contrario a luz. De hecho, muchas personas se creen buenas y no se dan cuenta ni siquiera de su hipocresía. Dicen ser ejemplos de cristianos pero son incapaces de perdonar, dicen: “Dios a todos perdona pero yo a ti no puedo perdonarte”. ¡Qué pena!

Hoy tenemos el llamado de ser por nuestras obras verdadera luz y verdadera sal del mundo. Esto solo puede ser posible si nos apoyamos en Jesús. Él es la roca que hace todo posible.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

El que obra la verdad, va a la luz

La resurrección es como una potente luz que se enciende en medio de una habitación a oscuras. Lo ilumina todo y no hay tinieblas que pueda resistir a su influjo y poder.

El misterio pascual de un Jesús que muere y resucita no se entiende por muchos. Inclusive es rechazado por varias personas especialmente los del pueblo de Israel.

En el evangelio se aprovecha esta realidad para llamar a la Fe a todos y todas. ¡Dichoso aquel que cree! Su vida quedaría iluminada.

Es buena obra creer en que nuestro Dios nos ha salvado y resucitado en Jesús. Abrir nuestro corazón a la resurrección para que la alegría pascual perdure siempre con el sol que sigue iluminado el día por millones de años.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,16-21): En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».

¿Qué obra realizas?

En un mundo cada vez más utilitarista los hombres y mujeres de esta época se preguntan qué sentido tiene creer. ¿Para qué sirve creer en algo que no podemos ver ni tocar? La modernidad ha producido un nuevo tipo de ateísmo: el práctico. El ser humano moderno siente que puede vivir sin Dios.

En una actitud parecida las personas que vivieron e tiempo de Jesús le hacían la misma pregunta: ¿por qué tenemos que creer en tí? ¿Qué obras realizad que nos benefician para que podamos creer?

Jesús le da la respuesta clave. Les dice que Él les puede alimentar con un alimento que puede calmar VERDADERAMENTE su hambre o digamos mejor, el hambre mas importante que es la espiritual. 

En esta época digital tenemos muchas cosas materiales pero carecemos cada vez más de felicidad plena. Sentimos que lo tenemos todo pero que nos falta algo. Ese algo que “no tenemos” es Dios! Nuestro Señor es el único que tiene un “pan” que logra dar sentido y propósito a nuestra existencia.

Comamos hoy de este pan. Nuestro Señor Jesús nos lo ofrece todos los días. Solo tenemos que creerlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,30-35):En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

El que obra la verdad, va a la luz

Los símbolos de la luz y la oscuridad han sido siempre recursos muy utilizados en tiempos litúrgicos como la Pascua. La oscuridad es imagen de lo malo, perverso, y mortal. La luz es símbolo de lo bueno, bondadoso y vital. 

La Pascua nos invita a salir de la oscuridad y acercarnos a la luz. Resucitar es aceptar la luz de Cristo en nuestros corazones. ¿Cómo eso se realiza en tu vida? Por la obras

Perdonar y amar hoy a tu esposo o esposa, hermano o hermana, primo o prima, compañero de trabajo o conocido es hacer obras de la Luz. Eso es “ir a la luz”. 

Te invito hoy a ser un verdadero hijo de la Luz, un verdadero hijo de Dios. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,16-21):En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».