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29no día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

¿Qué es un Cristiano? Un testigo! Y ¿de qué da testimonio? De qué estaba muerto y ahora vive! Ese es el centro de la Fe cristiana. Somos, por amor de Dios, partícipes de la resurrección de Cristo. Oh maravillosa realidad

Toda la Cuaresma es una preparación para renovar en nuestros corazones esta realidad. Estar en la muerte es no ser feliz, y la causa de nuestra infelicidad es que amamos las cosas terrenales… El desierto de la Cuaresma sirve para dar “muerte” a las cosas terrenales y dar “vida” al hombre del espíritu. Resucitaremos con Él, dice el Señor.

Leamos:

Texto del Evangelio (Jn 5,17-30): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.

Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

»En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado».

Oremos: “Dios nuestro, concedemos vivir cada día como verdaderos resucitados, que podamos ser hijos tuyos. AMÉN”

28vo día de Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Un hombre con discapacidad centra todas sus esperanzas en la posibilidad de meterse en una piscina de la cual se dice tener poderes curativos. Pero la buena noticia es que Jesús es la nueva piscina donde son sanadas todas nuestras heridas.

Reconocer a Jesús como Señor y Salvador Nuestro, es tener esta experiencia o encuentro personal con Él, con su poder de sanar y perdonar!

Leamos:
Jn 5,1-3.5-16: El agua que sana de la piscina de Betesda. Cristo cura al enfermo en sábado.

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

- «¿Quieres quedar sano?»

El enfermo le contestó:

- «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.»

Jesús le dice:

- «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.»

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

- «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.»

Él les contestó:

- «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»

Ellos le preguntaron:

- «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

- «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.»

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Oremos: “Dios todopoderoso, concédeme experimentar la fuerza de tu poder sanador y sobretodo, dame la gracia de no pecar más. AMÉN.”

27mo día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Dios tiene poder. Y en Jesús sana todas nuestras heridas, sobretodo las heridas interiores. La gran señal que Dios realiza en nuestras vidas es que nos sana de nuestras dolencias espirituales y físicas. Que maravilloso es Dios!

Leamos:

Texto del Evangelio (Jn 4,43-54): En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».

Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

Oremos: “Señor, tenemos Fe que tu tienes poder para sanarnos. Ven Señor y sana nuestras heridas. AMÉN”

26to día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Hoy es domingo de Laurete, que significa que es domingo de la alegría! Todos los días deben ser de alegría, para quién tiene a Dios en su corazón, pero en medio de este tiempo de Cuaresma es bueno señalar este aspecto de la vida cristiana.

El abandonar nuestro hombre viejo, mortificar nuestra carne y orar con mayor intensidad tiene como objetivo que seamos FELICES! La alegría que viene de Dios es reconocer que él nos ha sacado de las tinieblas del pecado y de la muerte y nos lleva a un mundo de luz, de vida y de alegría!

Texto del Evangelio (Jn 9,1-41): En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo». Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.

Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?». Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». Pero él decía: «Soy yo». Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?». Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate’. Yo fui, me lavé y vi». Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?». El respondió: «No lo sé».

Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?». Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de Él, ya que te ha abierto los ojos?». Él respondió: «Que es un profeta».

No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?». Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo». Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él».

Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?». Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?». Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es». El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada». Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?». Y le echaron fuera.

Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él. Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?». Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’ vuestro pecado permanece».

Oremos: “Señor Jesús, concédenos amarte y reconocer en tí que eres nuestro SEÑOR y SALVADOR! Amén”

25to día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

La oración es un acto de humildad. Es reconocer que Dios es grande y nosotros pequeños. Que Él es creador y nosotros somos criatura.

Este tomar conciencia de nuestra pequeñez nos debe llevar a reconocer en nuestro prójimo sus grandezas. Si! Siempre hay en el otro cualidades que nos superan.

No tenemos decreto a juzgar a los demás cuando nosotros hemos sido unos grandes pecadores. Muchas bendiciones!

Leamos:

Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado».

Oremos: “Te misericordia de nosotros Señor, que somos unos pecadores”

24 día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Si quisiéramos saber, en palabras sencillas, cortas, simples… Cual es el centro principal de cristianismo, podemos decir que el amor.

Dios nos ama y quiere que podamos replicar ese amor. ¿cómo ama Dios? Miremos a la cruz, y vamos a contemplar la esencia misma de Dios: amor en la dimensión de la Cruz. Dios nos ha manifestado su amor en Jesucristo.

Jesús a amado a Dios con todo el corazón (una cruz le traspasó el costado) con toda la mente (un corona de espinas puesta en su cabeza) con toda sus fuerzas (manos y pies atados en la cruz).

Así cómo Jesús amó a sus enemigos, muriendo por ellos y por nosotros, nosotros somos invitados a amar con toda nuestra mente, corazón y fuerzas! Amar a Dios primero y en ese amor (sabiendo que él nos ama a pesar se nuestras debilidades) podemos amar a nuestro prójimo. Ese es el camino de la felicidad.

Leamos:
Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».

Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Oremos: “Señor, Rey de cielos y tierra, concédeme amarte con todo el corazón, la mente y las fuerzas. AMÉN”

23er día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

El dedo de Dios (Espíritu Santo) es el don que Jesús nos ha dejado para seguir su obra. Somos hijos adoptivos de Dios por la gracia del Espíritu Santo y en el tenemos poder de librarnos de las acechanzas del enemigo (Belcebú)

En la lectura del día de hoy, el Señor nos concede contemplar la obra de Jesús. El sana nuestras dolencias físicas y espirituales, perdona nuestros pecados y nos libera de la esclavitud del demonio.

Si tienes algún vicio, problema que piensas es imposible resolver, pídele a Jesús que te libere en el poder del Espíritu.

Leamos:

Texto del Evangelio (Lc 11,14-23): En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama»

Oremos: “Te pedimos Señor el don del Espíritu Santo, para que podamos amarte con todo el corazón, alma y cuerpo. AMÉN”

22do día Retiro Virtual de Cuaresma

Querido hermano/a

Para ser grande a los ojos de Dios, solo tiene que poner en práctica su palabra. En el día de hoy podemos recordar el momento en que Jesús aprovecha una visita de su Madre y unos familiares y les dice que, sus familiares, amigos y madre son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.

Leamos:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

Oremos: “Oh Dios, te pedimos que nos concedas escuchar tu voz y poner por obra eso que nos mandas realizar. AMÉN”

21er día Retiro Virtual de Cuaresma

Hola hermano/a

Hoy es solemnidad del Señor. Estamos en fiesta, en medio de la Cuaresma.

Podemos recordar esa persona que fue la que nos hizo el anuncio de la salvación. Tu padre, madre, un amigo, un catequista, un sacerdote… en fin, Dios siempre elige una persona concreta que utiliza como medio para hacerte conocer el amor de Dios. Oh maravilloso momento en el que pudimos recibir el anuncio, la noticia que transformó toda nuestra vida.

Esperamos que en esta Cuaresma podamos “concebir” en nuestro interior a nuestro Señor Jesús, por el poder del Espíritu Santo.

Leamos:

Lc 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

-«No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

Y María dijo al ángel:

-«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó:

-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»

María contestó:

-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

Y la dejó el ángel.

Palabra de Dios.

Oremos: “Señor, concédeme acoger como María, el anuncio de tu amor. AMÉN”

20mo día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Ánimo! Estamos entrando en una semana más de Cuaresma. Hoy es importante que podamos reconocer que Jesús ha sido enviado por Dios como nuestro Mesías. Una maravilla

Reconocer hoy a Dios como nuestro Salvador es reconocer que en nuestra vida hay esperanzas de vida eterna. La seguridad de que nos irá bien! Todo será una bendición. Ánimo! No pierdas la alegría de la salvación.

Leamos:

Texto del Evangelio (Lc 4,24-30): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente reunida en la sinagoga de Nazaret: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.

Oremos: “Señor Dios de cielos y tierra. Permítete reconocerte hoy y siempre como Señor de mi vida. AMÉN”