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Cuando estabas debajo de la higuera, te vi

La expresión “te vi” tiene una gran profundidad. La expresión de la mirada dice mucho. Las personas somos capaces de entender por la mirada si alguien nos ama o nos desprecia. ¿Cómo nos “mira” Dios?

Una mirada de Dios siempre es de misericordia y de amor hacia nosotros. El nos conoce profundamente y sabe si en nosotros hay “engaño o no”. Entonces, ¿qué es lo que importa?

El Señor quiere que reconozcamos que el nos “mira”. Que cuando escrutamos las escrituras, oramos o estamos en alguna situación difícil, el nos ve y nos cuida.

Sí tienes alguna situación difícil, el Señor nos mira y envía ángeles a cuidarnos. Nuestros ángeles de la guarda, enviados por Dios, siempre están con solicitud representando aquí en la tierra esa mirada de Dios. ¡Ánimo! Déjate mirar por el Señor. El te ama y cuida. Nunca dudes de eso.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen

Dice un refrán popular que es mejor mirar el vaso medio lleno a mirarlo medio vacío. Con esta expresión se pretende enfatizar que según sea nuestra actitud hacia las cosas que nos pasan o contemplamos, así podemos ver lo positivo o negativo de esa realidad.

Jesús en muchas ocasiones nos invita a la dicha que quiere decir a la felicidad. Nuestro Señor quiere que seamos dichosos, que vivamos en el gozo, que tengamos alegría. ¿En qué consiste esta felicidad que nos promete Jesús?

Son dichosos aquellos que quieren ver y oír. Son felices los que ven el vaso “medio lleno”. ¡Cuántas maravillas ha hecho el Señor en tu vida! Te ha dado el vivir, una familia, la oportunidad de estar en la Iglesia o de escuchar esta palabra, hijos, padres, conocer a tus amigos y amigas; en fin, una serie de dones y milagros que representan este vaso “medio lleno”.

Podemos pensar que nos faltan muchas cosas para ser dichosos. Piensa mas bien, mi querido hermano, en lo mucho que tienes…no en lo mucho que te hace falta.

Que tus ojos VEAN el amor de Dios manifestado todos los días en tu vida. Estar atentos HOY a la manifestación gloriosa de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,10-17): En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».