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Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios

Vivimos en tiempos donde la mayoría pone su confianza en la razón. Los avances científicos y tecnológicos han cambiado radicalmente la forma de pensar de los seres humanos. Antes las personas tenían un alto sentido espiritual. Ahora la mayoría solo confía en lo que puede ver o tocar.

La ciencia no es mala. De hecho, es un don de Dios. El problema es poner una confianza absoluta en ella. Solo en Dios podemos poner nuestra Fe. Para aquellos que no creen esta afirmación resulta extraña. Es cierto, ¿cómo puedo creer en salgo que no puedo ver?

Juan El Bautista nos muestra la forma en que podemos ver a Jesús en nuestra vida. A Dios se le conoce por su obra, por sus acciones. Contemplamos la naturaleza, el orden del universo, el origen de todo lo que existe y algo en lo profundo de nuestra alma nos dice que alguien debió crearlos.

La realidad es que todos aquellos que tenemos Fe hemos experimentado la acción salvífica de Jesús en nuestra vida. Le hemos visto sanar nuestras heridas, nos ha hecho reconciliarnos con nuestra historia, nos ha mostrado su amor.

¡Ánimo! En este nuevo año necesitamos que Dios nos ayude a conocerle más. Ver cómo su Espíritu lo invade todo, lo penetra todos. ¿Estás dispuesto a recibir el Espíritu Santo? Dios nos lo quiere dar. ¡Alégrate!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

¿Quién eres tú?

Juan El Bautista había crecido en fama. Era tan grande su reputación que fariseos y levitas estaban inquietos. Se preguntaban, ¿acaso éste es el Mesías esperado? El aclara cuando es cuestionado al respeto. Dice que solo está preparando el camino. Tiene la misión de invitar a la conversión a todos para que preparen el corazón para acoger a Dios.

Jesús se ha hecho carne en la tierra. El ha venido a la tierra para manifestar el amor de Dios y así hacer posible su nacimiento en nuestro corazones. ¡Esa es la buena noticia! Que Dios quiere nacer en nuestros corazones.

La buena noticia es que en Jesús podemos ser hijos de Dios. Es un maravilloso mensaje que nos invita a la alegria y a vivir en la voluntad de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,19-28): Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron adonde estaba él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».

Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón

Hoy la Iglesia Católica celebra uno de los dogmas más antiguos: María, madre de Dios. Así es, en un momento de grandes controversias y discusiones, María fue declarada nada más ni nada menos madre de Dios. Una humilde muchachita de un pueblo pequeño fue elegida para aportar la materia de la encarnación de Dios. ¡Oh maravilloso misterio!

Lo más hermoso de este día es que el mismo Jesús quiso que nosotros también fuéramos hijos de ella. En la Cruz le dijo a Juan, imagen de todos los discípulos, que recibiera a María en su casa como una madre. En este momento narrado en los evangelios podemos ver la hermosa profundidad del amor de Dios que nunca nos deja solos.

¡Ánimo! Tenemos una madre que intercede por nosotros en el cielo ante su hijo. ¿Qué hijo no hará lo que su madre le pida? Dios mismo lo ha querido así. ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,16-21): En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.