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Glorificaron al Dios de Israel

La gloria de Dios está en la obra de salvación que realiza cada día en medio de nosotros. Cuando vino a la tierra las personas se maravillaban al ver que los ciegos veían, que los sordos escuchaban y que los leprosos quedaban limpios. Eran manifestaciones visibles de la realización plena del proyecto de salvación divino.

También hoy se manifesta en el poder salvador y sanador de Dios. Podemos verlo en el perdón que nos otorga, en la reconciliación con nuestros enemigos, en la manifestación gloriosa de su poder perdonando a todos los pecadores.

El adviento pone de manifiesto que nuestro mesías se hace presente. ¿Tienes alguna situación que te parece imposible? Déjale eso a Dios. Él nos ama ciertamente y quiere salvarnos.¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 15,29-37): En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». El mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.

¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!

¡Ánimo! Felices seremos si podemos ver con claridad las acciones de Dios en nuestras vidas. Si, gracias al Espíritu Santo, podemos entender el misterio de salvación que el Señor obra día a día en nuestros corazones.

Hoy es un buen día para fijarse en los detalles divinos. Un buen momento para superar cualquier obstáculo que podamos encontrar. Con la ayuda de Dios todo es posible. Si nos apoyamos en Él encontraremos paz a nuestra alma.

Este tiempo es tiempo de alegría y espera. Es un tiempo litúrgico de escatología y mirada al cielo. Momento en el que somos invitados a poner nuestros ojos en las cosas de arriba no en las de la tierra. Tiempo de conversión y amor. Vivamos el adviento en paz y tranquilidad con una fe firme y sabiendo que Dios todo lo ha hecho muy bien.

Leer:

Lc 10,21-24): En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».