Dios nos invita a la humildad. Nos pide que seamos como niños para entrar al reino de los Cielos. El que reconocer su pequeñez y hace la voluntad de Dios siempre podrá tener al Señor en su corazón. ¿Lo hacemos así?
Lamentablemente, en el mundo se nos invita a las grandezas. Se nos sugiere que el poderoso y famoso es quien puede tener una vida plena. Es por eso que los libros que nos enseñan a “cómo ser feliz en 24 horas” se venden tanto. Buscamos una fórmula mágica para alcanzar una felicidad que se encuentra en la pequeñez, no en las grandezas.
Pidamos a Dios que nos conceda siempre ser dóciles a su palabra. El Señor nos quiere muchísimo y por eso nos envía en misión a todas partes para que como pequeños sepamos mostrar la misericordia de Dios. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».
Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».