Entremos por la puerta estrecha. Emprendamos el camino del bien. Renunciemos a las obras muertas y hagamos siempre la voluntad de Dios. Este es el camino que conduce a la vida.
No podemos desperdiciar nuestra vida poniendo nuestro corazón en cosas superfluas. No nos conviene “arrojar a los puercos” nuestra alma teniendo un apego desordenado a los bienes de este mundo. Solo Dios basta. Lo demás vendrá por añadidura.
Renunciemos a los ídolos de este mundo. Aligérenos la carga. Para entrar por la puerta estrecha es necesario desprenderse de todo, hacerse pequeño y ponernos de rodillas ante quien todo lo puedo, nuestro Dios. La cruz es la puerta estrecha que conduce a la vida eterna. Entremos por ella. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».