No juzguéis, para que no seáis juzgados

El que juzga a su prójimo es porque se siente superior a los demás. Tenemos una tendencia constante a ver los defectos de los demás. Hacemos, todos los días, un juicio condenatorio sobre los pecados de los demás. ¿Así mismo lo hizo Jesucristo? No

El juicio de Dios sobre nosotros es el perdón y la misericordia. Cristo, el cordero sin mancha nacido de María, nunca cometió pecado y sin embargo jamás condenó de manera injusta a los demás. Todo lo contrario, manifestó su amor y perdón a todos los pecadores y le invitó a cambiar para bien.

Dispensemos a nuestro prójimo el mismo amor que recibimos. Seamos misericordiosos como nuestro Padre Dios lo es. Veamos primeros nuestras debilidades y hagamos conciencia de que no somos mejores que nadie. Ese es el camino de comunión con los demás y de amor según Dios. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».

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