Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón

Miremos el mundo desde la fe. Pongámonos lentes que nos permitan ver a la luz de la palabra de Dios lo que realmente es importante en esta vida.

El corazón del cristiano está puesto en las cosas de Dios. Nuestro anhelo es hacer siempre la voluntad de Dios. Nuestra mayor aspiración es que en nosotros se cumpla la voluntad de Dios.

Renunciemos a todas aquellas cosas que nos impiden poner en práctica la palabra divina. Renunciemos al odio, a la soberbia, al rencor, al deseo de venganza, al amor desordenado del dinero y los afectos. Dejemos que en nuestro corazón solo reine Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 6,19-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

»La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!».

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