¡Ánimo!, que soy yo, no temáis!

Todos tenemos momentos de “tormenta” en nuestras vidas. La enfermedad, muerte, sufrimiento propio y ajeno, son realidades que vivimos con relativa frecuencia. ¿A quien no le ha fallecido un ser querido, ha tenido un accidente o perdido un empleo? La vida es difícil y tiene sus momentos bueno y momentos malos.

En el evangelio Jesús siempre aparece en el momento que mas lo necesitamos. Es interesante observar que el no quita el sufrimiento de nuestras vidas y muchas veces parece tardar demasiado en venir en nuestra ayuda. Lo importante es saber que siempre aparece y nos salva.

¡Ánimo! Podemos estar en medio de una tormenta pero tenemos la esperanza y la seguridad que Dios nos ayuda SIEMPRE. Ten confianza.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,45-52): Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús enseguida dio prisa a sus discípulos para subir a la barca e ir por delante hacia Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y Él, solo, en tierra.

Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero Él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Ánimo!, que soy yo, no temáis!». Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

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