Bienaventurados los pobres

Todos aspiramos a la felicidad. Nuestra búsqueda de realización personal y éxito domina todo nuestro accionar. Dios nos da la clave. Son bienaventurados los pobres, perseguidos, los que lloran, tiene hambre y sed… ¿Cómo puede ser esto posible?

Es importante ver el contexto y el sentido de las palabras de Jesús, que siempre aprovecha la oportunidad para desmontar esquemas, romper con los falsos paradigmas de felicidad y realización personal.

En este mundo se considera que una persona es feliz y está realizada cuando tiene dinero, salud y fama. Si esto fuera cierto, ¿cómo se explica que un famoso actor como Robins Williams se suicide? Por él debemos orar, pero con su muerte nos da una lección importante.

Jesús nos invita a no reír, saciarse o ganar dinero según los esquemas de este mundo que pone su seguridad en todas estás vanidades. Él dice que feliz es el pobre de ESPÍRITU, que aún teniendo todo esto, vive con su corazón puesto primero en Dios. Al poner nuestra confianza sólo en el Señor podemos pasar muchas dificultades o vivir muchos momentos de éxito temporal, pero nada de eso será más importante que la vida que nos viene del Padre Celestial.

Dichoso seremos cuando vivamos en la dinámica que Dios nos regala. En un esquema de pobreza espiritual que nos hace poner nuestro corazón y confianza sólo en el Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,20-26): En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».

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